EL VIEJO MAESTRO
¡FORMADLES!
Es de rabiosa actualidad, siempre lo ha sido de una manera más o menos manifiesta, la influencia de la educación en las distintas generaciones. Las políticas de los partidos, los gobiernos, las instituciones, siempre han tenido muy claro, para sus distintos fines, la importancia de poder influir en el desarrollo del sistema educativo. Y poco a poco también se ha ido perdiendo el principio fundamental de que son los padres los únicos que tienen el derecho y la obligación de orientar a sus hijos hacia un determinado enfoque de su educación, el marcarles el camino hacia ese individuo completo que hay que moldear para dotarle del bagaje apropiado en el caminar que le espera en su madurez como persona.
Buscando temas que puedan tener cabida en este difícil proyecto de la educación, he encontrado un libro de mediados del siglo pasado, en el que da una serie de ideas educativas, que yo creo son vigentes en la actualidad.
“Sí, formadlos en el amor de Dios para que defiendan los intereses de los débiles, porque en más de una ocasión deberán actuar como samaritanos, recogiendo al que se encuentra destrozado en la cuneta”
“Formadlos en el amor humano para que sepan elegir al compañero que les ayude a escala la cuesta de la perfección por el camino del matrimonio”
“Formadlos en la fraternidad, para que promuevan la unidad, evitando disensiones mezquinas y estrechas, propias de los mediocres”
“Formadles en la humildad para que sean emprendedores y magnánimos.”
“Formad su inteligencia para que se sientan comprometidos con la orientación de los avances y progresos de la humanidad.”
“Formad bien su corazón para que sean señores de la tierra y no señoritingos- esclavos del dinero, del poder, del vientre o de la avaricia”
“Formad bien su voluntad para que decidan antes de dar su palabra y después la cumplan”
“Formadles en la fidelidad, para que no se asombren de las deserciones ni les afecten las claudicaciones de los que se llaman amigos”
Y sigue el autor de estas recomendaciones- Jesús Urteaga, en su libro “Dios y los hijos-, recomendando la importancia de otros aspectos como la voluntad, la austeridad, la fidelidad, la sinceridad, la certidumbre, laboriosidad, libertad y un exhaustivo informe de todo aquello que hemos de inculcar en nuestros hijos, terminando ese capítulo así:
“Vuestro triunfo, padres, será espléndido. ¡Sembrad! ¡Sembrad! ¡Sembrad vuestra vida y vuestra doctrina!”
El fruto de la actuación de los padres caerá en tierra buena. No dejemos que vengan otros a sembrar odio, rencor, desunión, desamor. La educación debe estar en manos de los padres. Que ellos decidan, porque siempre van a querer lo mejor para sus hijos.
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