EL ARTE DE ESCRIBIR
La concepción.
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Es éste, acaso, el momento mÔs grato del proceso creador. Y surge, a veces, en los mÔs inesperados momentos de la vida. Es lo que suele llamarse también «inspiración», que otros dicen «intuición». [/mks_pullquote]
De pronto, cuando menos lo esperamos, un suceso cualquiera de nuestra propia vida o de la vida en torno, enciende en nosotros la chispa de la inspiración; intuimos, es decir, vemos como de golpe la esencia de un relato. Acuden a la mente las imÔgenes, mÔs o menos felices, las frases, mÔs o menos certeras. El principio y el final del relato suelen aparecer entonces con gran vivacidad.
Estamos viviendo nuestra narración, contÔndonosla a nosotros mismos. Esta grata creación mental exige un esfuerzo inmediato: tomar pluma y papel y anotar el esquema del relato intuido, concebido en unos momentos de fertilidad. Si, por pereza o imposibilidad, dejamos «para luego» este trabajo, es muy posible que la narración muera apenas nacida o que languidezca sin fuerza, sin la jugosidad y gracia de su nacimiento.
Otras veces la inspiración no viene por sĆ sola, como Ā«dictada por los diosesĀ», sino que acude a nuestra llamada, tras un perĆodo, mĆ”s o menos largo, de concentración, de esfuerzo mental.
En suma, cada artista creador podrĆa damos su propia fórmula creadora. Y todas serĆan legĆtimas y aceptables porque se trata de un problema personalĆsimo.
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