EL ARTE DE ESCRIBIR
El humor, el buen humor es siempre signo de feliz comienzo en una narración.
[mks_dropcap style=»square» size=»41″ bg_color=»#8bc34a» txt_color=»#ffffff»][/mks_dropcap]He aquí cómo empieza, por ejemplo, uno de los múltiples relatos humorísticos de Mark Twain, el titulado Acerca de los barberos:
«Todo cambia excepto los barberos, los procedimientos barberiles y su ambiente. Esto sí que no cambia. Lo que le sucede a uno cuando entra por primera vez en una barbería es lo mismo que le sucede siempre en todas las barberías hasta el fin de su muerte. Esta mañana, como tengo por costumbre, fui a afeitarme. Como siempre ocurre, cuando estaba yo cerca de la puerta, cuyo acceso se realiza por la calle central, otro individuo se acercó a ella procedente de la calle de Jones. Me apresuré, pero fue inútil; traspuso la puerta exactamente un paso antes que yo. Le seguí pisándole los talones, y lo vi ocupar la única silla vacante, precisamente la silla en que servía el mejor barbero. Siempre ocurre asi…»
Otro ejemplo humorístico: el principio del “Viaje al Harz”, de Enrique Heine:
[mks_dropcap style=»square» size=»41″ bg_color=»#8bc34a» txt_color=»#ffffff»][/mks_dropcap]«La ciudad de Gottinga, famosa por sus embutidos y Universidad, pertenece al rey de Hannover, y cuenta con 999 hogares, varias iglesias, una casa de maternidad, un observatorio, una cárcel, una biblioteca y un restaurante municipal donde se expende buena cerveza. El arroyo que pasa junto a la ciudad se llama «el Leine» y en verano sirve para bañarse. Tiene el agua muy fría, y es en algunos lugares tan ancho, que Lüder, para saltarlo tuvo que tomar buena carrerilla. La ciudad es hermosa, y cuando más gusta es cuando se le vuelve la espalda…”
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