VERACIDAD
¿Los niños mienten?
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i notas que tu hijo, tu alumno, miente, tienes que examinarte y… echarte la culpa. Si hay alguna cualidad o virtud que los hijos aprenden como una esponja que absorbe el agua, es la de no mentir, de ser veraces. En esto, la ejemplaridad que ya hemos comentado aquí, tiene especial importancia.
Si mienten, suele ser por legítima defensa, como una protección ante el castigo. Si el hijo confía plenamente en sus padres, en sus profesores, no miente.
Si necesitas corregir a tus hijos porque mienten, corrígete a ti primero. Ten en cuenta de que nacieron sinceros. El mentir lo han aprendido, en primer lugar, en el hogar. Y ahí tienes tú la culpa. Lo siento, no habéis sido sinceros en vuestro hogar. ¿Seguro que nunca habéis proferido alguna de estas frases?
– ¿Nene, de esto, que no se entere tu madre?
– Cuando venga tu padre, le diremos que el perro le ha roto su Tablet. (Esa con la que estaba jugando el niño)
– Le diremos a tu profe que tenías fiebre y por eso no pudiste asistir ayer a clase. (Cuando a ti, madre, te daba lástima despertar al angelito que estaba durmiendo plácidamente. «¡Con el frío que hace hoy!», te dijiste)
– Y muchas más, que tú sabes perfectamente que has usado alguna vez…
Si tenemos conocimiento de alguna mentira de nuestros hijos, alumnos, no deis rodeos. Dad por sentado que sabéis lo ocurrido, pero no hagáis el papel de detective bobo. Porque les vamos a poner en la tesitura de volver a negar lo ocurrido, de mentir. Adelantaos y, sobre todo, no los tachéis de mentirosos delante de los demás. No los humilléis ante sus hermanos, ante sus compañeros. Habremos perdido su confianza. En todo momento, un niño debe ver en su padre, en su profesor, a una persona que siempre está a su lado para aconsejarle lo mejor.
¡Cuánto puede un ambiente! Os aseguro, padres, profesores, que si creáis en vuestro hogar, en vuestras clases, ese clima de veracidad, de lealtad, habréis dado un paso de gigante en la erradicación de la mentira.
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