EL ARTE DE ESCRIBIR
LA TITULACION
Titular un escrito requiere cierta experiencia. Hay momentos en que se titula con facilidad; otras veces, en cambio, el título se nos rebela, se hace dificultoso.
Consejo práctico: déjese un lapso prudencial de tiempo entre la escritura y el momento de la titulación (una hora, un día, diez minutos …).
Después, vuélvase a leer el trabajo y escríbanse varios títulos posibles hasta elegir el definitivo.
No hay reglas inflexibles para titular; depende del trabajo en cuestión. No se titula igual una información que un comentario o que un artículo.
Si se trata de una información, de una crónica o de una biografía, el título ha de ser informativo. Conviene llevar a él, en pocas líneas -en once o doce palabras como máximo-, la idea o el hecho principal de nuestra información. Los títulos han de ser llamativos -sin caer en el sensacionalismo-, deben captar la atención del lector. Y nada capta mejor la atención que el hecho o pensamiento fundamental, puesto en cabeza de nuestro escrito.
Supongamos que se nos ha encargado un trabajo informativo acerca de un determinado tipo de aviones en relación con vuelos de gran altura; supongamos también que nuestra impresión es negativa, pesimista. El título de tal trabajo podría ser el siguiente: LOS AVIONES X NO SON APTOS PARA VOLAR A MAS DE SEIS MIL METROS. No está mal, pero resulta un poco largo. Entonces escribimos: LOS AVIONES X, POCO APTOS PARA VUELOS DE GRAN ALTURA. Ya sirve. En diez palabras hemos expresado la idea principal de nuestro trabajo. Pero aún podemos completar esta «cabeza» (así se llama periodísticamente al conjunto de títulos y «sumarios» de una información) añadiéndole uno o dos sumarios en los que digamos alguna de las causas o razones de la afirmación expresada. El sumario o subtítulo puede ser más largo que el título. La razón es tipográfica: lleva un tipo de letra más pequeño, y permite así. una mayor extensión.
Pensemos ahora que se nos ha encargado una información acerca de la política rusa en Asia. El título podría ser: RUSIA QUIERE CONQUISTAR ASIA SIN DISPARAR UN TIRO. Vale: son ocho palabras. Luego, en el sumario, podríamos escribir: «y acabará por conseguirlo si el, Occidente no se lo impide con energía».
Hoy, en. el periodismo americano, por economía de espacio, se tiende a la titulación estilo telegrama. Sólo se utilizan los sustantivos y verbos declarativos.
Veamos unos ejemplos:
«Ladrón nocturno roba joyas.
«Nueve millones subsidio A productores leche.»
En realidad, no puede negarse que, con este sistema, se consigue expresar el máximo de ideas con el mínimo de palabras; pero también es un modo de destrozar el idioma por obedecer a un criterio de brevedad mal entendido. Pensemos en la enorme influencia estilística (sin táctica y gramatical) que la prensa ejerce hoy, y nos daremos cuenta del peligro que acecha a la estructura del idioma por causa de este laconismo periodístico. De seguir así las cosas, no es aventurado imaginar que, en un futuro más o menos lejano, se hable o se escriba un idioma en el que la construcción verbal y nominal hayan ganado la partida a la frase bien construida, con sus partículas indispensables. Y podría muy bien (o muy mal) escucharse (o leerse) frases como las siguientes: «Dentista sacóme muela. Dolor grande…. «Leída novela. Desagradable impresión».
Sería entonces la era del estilo telegráfico. Muy práctico, es verdad, pero de un esquematismo inhumano, sin gracia y sin belleza.
(***)
Agregar comentario