REPETICIÓN DE IDEAS

EL ARTE DE ESCRIBIR

La repetición de ideas hay que evitarla porque debilita el estilo. Sólo se justifica cuando la segunda expresión sirve para modificar la primera, alterándola o corrigiéndola.

Hay que evitar, por consiguiente, los pleonasmos vulgares, tan frecuentes entre los aprendices de escritor. Ejemplos: «vuelva usted a empezar de nuevo, «acérquese más cerca»; «porque en efecto».

La repetición de ideas es legítima cuando, en un discurso o peroración, nos sirve para describir el estado de ánimo del personaje. Ejemplo: Si se quiere pintar la desolación del avaro que ha sido robado, puede escribirse como lo hace Moliére en « El avaro»: « ¡ Me han robado! ¡Me han dejado en la ruina! ¡Estoy perdido! … ¿Dónde está mi dinero? ¿Dónde se oculta? ¿Qué haré para encontrarlo? ¿Dónde acudir? ¿Qué haré?… ¡Mi dinero, mi soporte, mi consuelo! … ¡Todo se acabó ya para mí! ¡Ya no tengo nada que hacer en este mundo!»

La repetición de palabras conviene evitarla, sobre todo, cuando dichas palabras están demasiado próximas la una de la otra, salvo en el caso de que tales repeticiones sirvan para dar más fuerza o emoción a la frase. Se admite cuando se’ quiere llamar la atención sobre una idea. Ejemplo: «Hoy no se habla de otra cosa que de divertirse. Todos queremos divertimos. Yo me divierto, tú te diviertes, él se divierte, es el verbo que todos conjugamos hoy. La diversión es la diosa falsa a la que todos rendimos pagana adoración.

Ejemplo de repetición viciosa: «Al mirar por la ventanilla del vagón los escarpados pasos por donde habíamos pasado, quedé espantado y me preguntaba cómo habrían podido los ingenieros hacer pasar el ferrocarril por unos pasos tan difíciles».

La corrección de este párrafo es relativamente fácil: «Al mirar por la ventanilla del vagón los escarpados caminos por donde marchábamos, quedé espantado y me preguntaba cómo habrían podido los ingenieros trazar la vía del ferrocarril por entre unos pasos tan difíciles».

También puede ser necesaria la repetición cuando lo exige el empleo inevitable de la palabra adecuada. Pascal dijo: «Cuando en un discurso encontramos palabras repetidas y, al intentar. la corrección, nos damos cuenta de que, al corregir, estropearíamos «el discurso, hay que dejar tales palabras».

«En la tarea diaria’ de escribir -dice González Ruiz en sus «Apuntes de redacción»- nos acecha el terrible vicio de la monotonía en todos sus aspectos. Se puede incurrir en monotonía de varias maneras, bien empleando la misma palabra con distintos significados, bien escribiendo frases uno de cuyos miembros iba implícito en el otro, como cuando se dice: «Se puso la gorra en la cabeza”, siendo así que la cabeza es el sitio donde siempre se han solido llevar las gorras y el detalle no agrega nada sino que debilita la frase”.

Otro ejemplo de monotonía es el de la frase: “Entierro el cadáver de don Fulano de Tal”. Precisión absurda, ya que, entre personas civilizadas, siempre que se entierra a alguien es porque ya es “cadáver”.

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