Valen Segoviano
Siempre he sido admirador de Claudio López, quizá porque con él empecé a vivir cosas que antes, por edad y distancia en el tiempo, no había tenido la oportunidad de disfrutar tan intensamente. Con él me enamoré de los jugadores veloces que nunca dan un balón por perdido, que pelean hasta el final y que, benditos sean, nos aceleran el corazón a mil con sus jugadas. En mi hemeroteca guardo todavía una cinta VHS de la final de la Copa del Rey de 1999, a pesar de que ya no disponga de un reproductor para poder verla, en la que le roba un balón a Molina, el entonces portero del Atlético de Madrid, a la carrera y acaba marcando el tercer gol de aquella victoria. Una joya. La conservo como oro en paño; como «mi tesooorooo», que diría el personaje del Señor de los Anillos. Con «el piojo» descubrí a un Valencia de superhéroes que, sin ser «estrellitas ególatras», fue capaz de plantarle cara a los mejores. Con él disfruté de la que ha sido para mí (para gustos, colores) la mejor plantilla que he visto jugar sobre el césped: Carboni, Anglomá, Mendieta, «la cobra» Illie, Cañizares…
¡Joé, qué tiempos!
Además, con él también conocí el sabor agridulce de perder una final de Champions en el 2000…, porque es lo que tenemos los equipos «humildemente grandes», que nos movemos entre arenas movedizas de sinsabores para, de vez en cuando, celebrar los triunfos como nadie más sabe hacerlo. ¡Y qué bien saben entonces!
Después vendrían las plantillas de las Ligas y la UEFA (y otra final de Champions perdida – por aquello de no perder de vista lo de los fracasos, que curten y hacen aún más enorme a un equipo y a su afición) e infinidad de jugadores que dejaron en Mestalla lo mejor de su juego; léase Villa, Mata, Silva…
Sin embargo, hacía ya tiempo que uno había dejado de tener aquellas sensaciones, y es verdad que a día de hoy no se ha ganado todavía nada, pero en el Valencia CF de hoy en día vuelvo a ver aquella llama de entonces. No hay «galácticos» en la plantilla, sino un grupo de «humanos superhéroes» que funcionan como una piña y que quieren comerse cada partido a bocados… y a mí no dejan de recordarme a aquellos «jugones» que nos hicieron tocar la gloria.
Los superhéroes han vuelto, «piojo», y eso emociona…, ¡eso hay que disfrutarlo!
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