EL ARTE DE ESCRIBIR
“YO”
Conviene eliminar, siempre que se pueda, al principio de un escrito al enfático yo. ¿Por razones de falsa modestia? No: simplemente por motivos de sencillez, de familiaridad con el lector
Arrancar con el presuntuoso «yo» suele ser contraproducente. Empezar una frase diciendo, por ejemplo, «Yo creo que la actual situación del mundo …», por su empaque petulante, recuerda la fórmula antaño reservada a los monarcas absolutos, cuando, al final de una «cédula», decían: «Yo el rey». Si se suprime el pronombre y escribimos: «Creo que la actual situación … », el tono
resulta más agradable para el lector. Además, haciéndolo así, somos· más fieles al espíritu y fisonomía de nuestro idioma, que «en esto sigue al latín clásico, cuyos verbos nos dicen la persona por la desinencia, sin poner delante de la flexión verbal la erguida figura del pronombre a modo de hierático portaestandarte : credo, amo, dico lego, etc. A veces basta posponer’ el pronombre: «creo yo» resulta menos enfático que «yo creo».
Lo dicho vale principalmente para el principio de un artículo. Luego, en medio del trabajo, puede utilizarse el «yo». Su presencia queda como atenuada por el contorno o muchedumbre de vocablos que lo rodean.
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