El viejo profesor
La laboriosidad
[mks_dropcap style=»square» size=»41″ bg_color=»#8bc34a» txt_color=»#ffffff»][/mks_dropcap]Mira amigo: el ser humano tiende siempre a la ley del mínimo esfuerzo si no hay fuerza que se oponga a ella. En la educación, la tendencia actual de facilitar al máximo la consecución de sus objetivos –que tiene gracia que se denominen “objetivos mínimos” -, la promoción automática de curso, la supresión de pruebas, exámenes, etc… nos ha llevado, o falta poco para que nos lleve, al estado de que sean los alumnos los que marquen el ritmo al profesor y no al contrario.
En la comida familiar de los domingos, una de mis hijas, profesora en un instituto, me comentaba que vio venir por uno de los pasillos del mismo, a un grupo de alumnos, altamente malhumorados. Les preguntó la causa y le contestaron que una profesora de sociales, les había puesto para estudiar para un control, nada más y nada menos que ¡diez preguntas! ¿Quién va a ser capaz de memorizar tal “cantidad” de materia? No le valió a mi hija comentarles que no hace tanto que ella tenía que examinarse no de diez preguntas, sino de diez o más temas…
¿No será que se está perdiendo una virtud muy necesaria en esta etapa de la vida? Me refiero a la LABORIOSIDAD,
“La laboriosidad es la virtud del que se empeña en un trabajo bien hecho. Exige constancia, imaginación, paciencia. A veces hay que trabajar mucho, a veces años y décadas, antes de ver el “fruto del trabajo”. Una sociedad sana y una nación grande están hechas de hombres y mujeres que viven la laboriosidad.”
Siempre que me he tropezado con un alumno perezoso, de esos que parece que “han nacido cansados”, he tenido que realizar el mismo razonamiento: “Mira, chico, tu trabajo, tu obligación, la manera de ganarte tu sustento, es estudiar, hacer tus deberes, obedecer, participar en la clase, y seguir la marcha de la clase, lo mismo que hacen tus compañeros. Esto es lo que tus padres hacen cuando trabajan, para que tú y toda la familia podáis vivir y tener alimento, casa, comodidades, etc. etc. Tu padre no puede decir: “¡hoy no voy a trabajar, porque no tengo ganas!” porque perdería su trabajo y por tanto tú, te quedarías sin comer… Bueno, el rollo es más o menos largo según el alumno te entienda o no, pero lo importante es que el alumno entienda el concepto del trabajo y que, poco a poco, entienda igualmente que es preciso trabajar mucho y bien, por dos razones: por el bien común y por el bien individual.
El hombre debe hacer las cosas cada vez más perfectas, contribuyendo así al progreso humano. El niño debe entender que con “chapuzas” no tendríamos tantos adelantos y comodidades. Al mismo tiempo debe perfeccionarse a sí mismo en el trabajo, lo que redundará, a la larga, en su propio beneficio.
El trabajo serio, honrado, ordenado, hecho a conciencia, dignifica a la persona.
Las desganas, las vacilaciones, las perezas, las dilaciones, los desánimos, son los tropiezos más comunes para conseguir el objetivo de la laboriosidad.Una vez te tengo que recomendar, querido amigo, que, para inculcar la virtud de la laboriosidad hay un método seguro: el ejemplo. Infalible si lo quieres contagiar a tus alumnos o hijos.
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