Pedro Hermosilla
Hay grupos que tocan el alma sin necesidad de ser ni superventas, ni llenar estadios; que marcan una época que se alarga en el tiempo hasta hacerse intemporales. Por su valentía y por una apuesta pionera teniendo la fusión y la calidad como banderas irrenunciables.
“Tu libertad es como el viento,
que se mueve donde quiera que va.
Dame tu aroma y tu aliento”.
Triana sin duda es uno de ellos, no se entiende las décadas de los setenta y ochenta, sin una tonada suya. Mezcla bases y letras flamencas en pentagramas propios del rock psicodélico y transgresivo de Pink Floyd, de Asia, de Yes y , ¿por qué no?, de Led Zeppellin.
“En tus ojos vi correr
como el torrente de un río
que me canta al amanecer
lo mucho que te he querido”.
Sobre ritmos de bulerías fueron capaz de aglutinar sonidos, en principio, incompatibles. Fueron los primeros en tirarse “al lago” del camino de las fusiones que se darían en épocas posteriores con distinta suerte en los resultados.
“Cae el sol que da la vida
y camino sin andar.
He encontrado una sonrisa”.
Letras simples, naturales y costumbristas que adquieren potencia al integrarse con sus inéditas y ambiciosas combinaciones musicales.
“Ya mi niño se ha dormido
y sueña con ir a jugar
por los caminos distintos
que vienen del más allá”.
Amor más que desamor, naturaleza más que ladrillo. ROCK ANDALUZ.
“Quiero sentir algo que me huela a vida,
que mi sangre corra loca de pasión;
descubrir la música que hay en la risa,
la luz profunda y el amor”.
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