El Jamelgo
Día de la Paz, día del Libro, Día de la Mujer Trabajadora, Día del Agua, Día del Vino y Día del Bocata de Chorizo…hay una celebración para cada día del calendario: es el santoral de la horterada. Está bien celebrar cosas, dado que entra dentro de una visión lúdica de la vida que ya es bastante dura de por sí. El problema es que cada vez más cantidad de estos se celebran en los colegios en ese afán exhibicionista que nos caracteriza en los últimos años.
En cada uno de ellos invertimos un precioso tiempo, que entiendo que no es estéril puesto que socializa y conciencia a los chavales en ciertos valores reclamados por la sociedad (alguno que otro, por lo menos, merecería análisis y discusión). Pero una escuela que se precie debe ser, ante todo, un centro en el que prime la cultura y el aprendizaje de las ciencias, las artes y la humanidades. Todo, o casi todo, debe ir en consonancia con estas. Si engalanar un colegio resta tiempo a preparar las clases correctamente y a atender a aquellos que están más retrasados: “fuori”; si por el hecho de que salga un bailecito bien tenemos torturados a los pequeñajos y más aburridos que una manguera en el desierto con el fin de que salgan graciosetes para la foto:”fuori”, si colgamos los carteles de tal o cual sarao con faltas de ortografía:”fuori”…¿sigo?
Uno de los males que afectan a la escuela actual es la “fachada”, se actúa de cara al respetable en muchos casos en vez de encarar el corazón del niño, se piensa más en el envoltorio que en el caramelo, en el continente que en el contenido.
Lo poco gusta y lo mucho cansa, un poco de sensatez y de cordura… El valenciano Blasco Ibáñez lo reflejó perfectamente en una de sus maravillosas novelas “Arroz y tartana».
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