PĂLDORA IV
LA IMPORTANCIA DEL PROFESOR
Mucho hablar del alumno, de los padres, de los libros, etc⌠y ÂĄquĂŠ poco de la importancia del profesor en todo el proceso educativo! ÂĄCuĂĄn insignificante es la participaciĂłn del profesorado en cualquiera de las una y mil reformas que unos y otros partidos realizan al llegar al gobierno de la naciĂłn! El que mĂĄs sabe de la educaciĂłn, no es que quede relegado al Ăşltimo lugar, sino que, simplemente, queda apartado de ningĂşn tipo de aportaciĂłn a las nuevas leyes que se incorporan. ÂżSerĂĄ que al polĂtico no le interesa que se adivinen sus intereses en la materia educativa?
âEstas y otras mil acciones que son la esencia de la vida misma son, por extraĂąo que parezca, de ineludible y exclusiva responsabilidad del profesor autĂŠntico, pero solo de ĂŠl: el alumnado, sĂŠpase bien, tiene como Ăşnica responsabilidad la de seguir sus orientaciones. NingĂşn alumno va a una clase a enseĂąar nada, lo mismo que ningĂşn profesor estĂĄ ahĂ para aprender nada. Tanto es asĂ, que la mera y aparente actitud âpasivaâ de cualquier alumno se convierte por ello intrĂnsecamente en la parte mĂĄs âactivaâ del aprendizaje, del mismo modo que la mera y aparente actitud âactivaâ del profesor serĂĄ tanto mĂĄs eficaz cuanto mejor se compenetre con esa pasividad del alumnado: las simples mirada y atenciĂłn que se dirigen hacia la persona del profesor contienen mĂĄs Ătems educativos que la mejor enciclopedia de psicologĂa. Los treinta pares de ojos que estĂĄn casi continuamente mirando hacia un adulto que no para de moverse y gesticular, la misma voz que no deja de ser oĂda en 40 de los 55 minutos de una hora lectiva, el pantalĂłn que veinte jovencitas aprecian como el mismo que traĂa el lunes, el chicle dejado en determinada baldosa esperando a que sea pisado por quien no para de enrollarse con lo del complemento directo, el tĂo que no para de mirarme porque sabe que me acaban de mandar un WhatsApp y me urge responderlo, la alumna que tiembla nada mĂĄs que de pensar en que la saquen hoy a la pizarra y se le vea el cardenal de la pierna,⌠todos y todas las alumnos, y con cada uno de sus sentidos, aptitudes y actitudes no cejan un solo momento de esperar, pasivamente, la reacciĂłn educadora de ese ser de allĂ que deambula y no calla, y todos con el inconfesado pero Ăntimo afĂĄn de ser el dĂa de maĂąana iguales (o muy contrarios, que de todo somos) a esa persona que estĂĄ mostrĂĄndose vitalmente ante ellos hora tras hora y de la que se espera la mejor soluciĂłn a todos sus problemas vitales actuales.
Nada de esto se aprecia desde un despacho (ni siquiera desde el de direcciĂłn), ni desde una cocina (ni siquiera la de la presidenta de la AMPA), ni desde un andamio (ni siquiera aquel que ahora pisa un preparadĂsimo arquitecto con hijo en edad escolar). SĂłlo el profesor -curiosamente el gran ausente de cualquier reforma educativa- lo sabe y lo aplica. Es muy difĂcil concebir o imaginar desde fuera de un aula que un angĂŠlico ya pronto adolescente estĂŠ siendo encerrado por un sistema educativo durante seis horas al dĂa para aprender cualquier otra cosa que no sean Lengua o MatemĂĄticas; y mĂĄs inimaginable o inconcebible lo serĂĄ si ademĂĄs se ha oĂdo previamente alguna vez a algĂşn profesor decir que tal vez el contenido de las materias sea lo menos acuciante. Pero ese maestrillo, el profesor autĂŠntico, sabe perfectamente que acabar la clase de esta maĂąana habiĂŠndose aprendido el complemento directo es tanto o, como mucho, igual de importante que no haber consentido que aquella alumna siguiera tirando papeles al suelo a su antojo o no haber dejado de mirar de reojo hasta pillarlo a aquel grandĂłn que suele robarle el bocadillo al que se le sienta delante. El complemento directo no se olvidarĂĄ en una mente que ha visto escrita en la pizarra (y por su autor) âJamĂĄs robarĂŠ otro bocadiyo yoâ con su preciosa faltita de ortografĂa y su aprovechada y pospuesta (por el profesor) explicaciĂłn de los sujetos para la clase siguiente.
POR JUAN PEDRO RODRIGUEZ
PĂLDORA IV. LA IMPORTANCIA DEL PROFESOR

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