Pedro Hermosilla
Blancas y algodonosas
como el alma de un bebé,
surfean los vientos las nubes
ajenas al fango (de la tierra) a sus pies.
Cambian el color y las formas,
y se enfadan como fieras tormentosas
si es que algo no les cuadra.
Avisan con voces de trueno,
y sobre la tierra descargan
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iras de rayo y agua,
diálogos de estruendo y fuego.
Caen y vuelven a crecer,
Aves Fénix vaporosas.
Arropes de Sol y Luna.
Señuelo son de los Dioses
que te hacen mirar hacia arriba
para seguir su deriva.
Hacia el cielo, hacia las cumbres…
donde los Dioses habitan.
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