DE PSICÓPATAS Y CAPULLOS

Vicente Torres

Resulta sintomático e ilustrativo de la realidad del mundo que personas que jamás han demostrado interés alguno por la justicia, salvo en los casos en que se sienten perjudicados, que traicionan con la tranquilidad propia de los patanes, que su nivel cultural es escaso, que cuando han estado involucrados en algún conflicto se han puesto de parte de los miserables, que a la vista de sus hechos y antecedentes familiares cabe la posibilidad de que sean psicópatas, se permitan dar lecciones de moral y comportamiento.

Es un hecho que la vida obliga a medir a los demás, pero también lo es que los hay que lo hacen con unas herramientas burdas con las que es muy fácil equivocarse. A éstos les interesa muy poco el prójimo. Se sirven de él con la ilusoria intención de apuntalar sus egos, o lo utilizan como medio para alcanzar algún fin. En realidad, tienen miedo de conocer al prójimo, porque ello podría desatar su propio pensamiento. Algunos le hacen la pelota a Dios, pensando que con eso les abrirá las puertas del cielo.

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Otros, en cambio, piensan, como Terencio, que nada de lo humano les es ajeno, por lo cual se preocupan por el prójimo, quieren saber de él y como consecuencia de lo cual adquieren unos instrumentos de alta precisión para calibrar al ser humano. Se fijan y, sin querer, ven un psicópata por aquí, un narciso por allá, un patán por el otro lado, un puerco, con perdón, por los alrededores, pero también personas admirables, como quisiera que fueran todas. He visto personas de condición humilde que han sido capaces de llevar a cabo grandes proezas y también a otras con más instrucción tener comportamientos indignos.

Son quienes miden al prójimo de manera ineficiente quienes más datos que no les favorecen dan de sí mismos.

 

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