Luis G. del Real
Se acaba el mes de agosto. Se terminan las vacaciones. Por fin se atisba el comienzo del próximo curso y los padres empiezan a suspirar soñando con esos tiempos mejores en los que sus churumbeles están en el colegio y no “dando por saco” a su alrededor a todas horas.
“¡Qué ganas tengo de que empiece ya!” ha sido la canción más escuchada del verano, junto a “¡Qué bien viven los maestros!” y “Anda que no tienen vacaciones, se podrán quejar”; otros dos hits estivales a la altura del “Despasito”.
Pues bien, ya está aquí. El final del infierno vacacional se aproxima.
“Ya era hora”, “Tenía que haber escuela todo el año”, “Si las vacaciones llegan a durar un día más me tiro por el balcón”… serán, para muchos, los próximos números uno de las listas, junto a “ahí l@s llevas”, “haz con ell@s lo que quieras, tienes mi permiso” y “ahora son tuy@s, ahora me toca descansar a mí”.
Ok.
Mensaje recibido.
Ahí estaremos l@s maestr@s a pie de cañón para recibir a l@s peques, como siempre, sin protestar, con ganas de enseñar y de que aprendan, totalmente motivados.
Sólo un inciso antes de concluir: recordad todas esas expresiones (arriba mencionadas), que más de un@ habrá dicho en voz alta también más de una vez, cuando gritéis alegremente eso de: «¡Hay que ver qué bien viven los maestros!» y tened piedad de nosotros, papás y mamás.
Un saludo.
Fdo: «Un maestro vocacional a punto de reincorporarse a su trabajo»
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