Pedro Hermosilla
Llegó la maldita hora traicionera,
silenciosa y cobarde de la muerte.
Te ganó, haciendo trampas, la carrera;
no supo batirte de otra suerte.
Tuvo que ser la carretera,
aquella que te dio vida y gloria,
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la que te arrebató, MITO, la victoria
de una vida, LEYENDA, más longeva.
Llega arriba, HÉROE, quemando rueda.
No pares ni en las nubes ni en los boxes;
reclama, ÁNGEL NIETO, a los dioses
las alas de tu casco y de tu nombre.
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