Pedro Hermosilla.
¿Y si es tu hijo el macarra? A lo largo de mis ya pasados, de largo, veinte años de experiencia docente, puedo contar con las orejas los padres que aceptan, sin excusas ni paliativos, que su nene o nena se dedican a hacer la puñeta en mayor o menor grado a un compañero. Procuro empatizar y la verdad es que los disculpo y comprendo. Siempre asoman las mismas explicaciones:” que si antes le han mirado mal, que si por lo bajini lo están acosando y él sólo se defiende; que si son los compañeros los que le animan a ese comportamiento…”en fin, los docentes ya me comprendéis porque el patrón de las excusas es universal.
No ha lugar, no hace falta, queridos padres. Somos, o hemos de ser conscientes que un niño a la edad de siete, ocho…años está plenamente responsable de sus actos, o por lo menos, es capaz de diferencia perfectamente el buen y el mal comportamiento con los demás. Vuestra función- y la nuestra- es intentar modificar esas conductas, hacer lo que podamos, pero no podemos suplantarlos muy a nuestro pesar.
La primera condición “sine qua non” para intentar arreglar el desaguisado es no fallar en el diagnóstico y encarar el problema con objetividad. No nos interesa la actitud de los demás sino la de nuestro hijo en concreto. Aceptar que todos comentemos fallos ( incluso él), no dramatizar ni ponernos nerviosos y aceptar que la modificación de una conducta es, cuanto menos, difícil y duradera. Hay que ponerse a trabajar codo con codo con profesores y familiares, y tener claro que el ser humano (y más los niños que no controlan mucho todavía el comportamiento hipócrita) rige sus acciones por el rendimiento (sorpréndanse, más emocional que material) que les reporta. Por ahí es por donde tenemos que empezar a trabajar.
P.S.: Luego el niño, afortunadamente, hará lo que le convenga.
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