LA HOGUERA DE LAS VANIDADES

Una hoguera en la playa por San Juan/archivo informaValencia.comUna hoguera en la playa por San Juan/archivo informaValencia.com

La hoguera de las vanidades

Fernando Pilgrim

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Este es un tema del que habremos oído hablar todos demasiado y que creemos tener controlado con negligente suficiencia.
Pero realmente… ¿es así?
Colgamos una foto en Facebook, en Instagram, un comentario en Twitter y a partir de ese momento nuestro grado de efímera felicidad y euforia se mide por los “me gusta”, comentarios y alabanzas que recibimos de nuestra afición virtual durante las próximas horas.
Ésa es la realidad de nuestro tiempo, y cuanto más joven es la generación, más acentuada es la necesidad de un reconocimiento obtenido por cualquier publicación. Postureo de gimnasio, de playa, de cerveceo, fotografiar cada plato que comes, etiquetar cada pueblo o ciudad que visitas, que todos sepan cuántos kilómetros has recorrido hoy con la bicicleta o a qué ritmo te has marcado en el entrenamiento runner (Runner: dícese del que sale a correr como se ha hecho toda la vida, pero añadiendo alguna pieza fosforito y a ser posible de marca).
Las redes sociales pueden ser, como todo, beneficiosas en su justa medida, pero crean un mundo paralelo que llevado al extremo puede resultar altamente perjudicial (como todos los extremos).
Podemos llegar a perder contacto con la realidad que nos envuelve, crearnos falsas expectativas y, lo más preocupante, perder el contacto con la gente de la que podemos disfrutar presencialmente, en especial en este período estival de vacaciones donde no hay nada mejor que ir a la piscina, a la playa o de cañas, cuando el tiempo de los formalismos comunes se agota y empiezan a fluir las palabras de lo que realmente importa, gracias sobre todo a que tenemos más tiempo libre.
Conozco casos de gente que por eliminar la “amistad” de una red social se molestan y ya no le dirigen la palabra a quien haya sido capaz de semejante osadía. U otros que te comentan cada publicación y luego por la calle apenas te saludan con un movimiento leve de cabeza.
Las nuevas tecnologías nos han traído también las facilidades para llevarte el trabajo a casa en forma de correo electrónico y otras aplicaciones destinadas a tal fin. Como todo, en ciertos momentos puede ser muy positivo contar con estas facilidades pero… ojo con ser absorbidos cada cinco minutos por alguna notificación que creemos que va a ser de vital importancia.
La familia, la pareja, los amigos, y no nos equivoquemos, nosotros mismos, tener nuestros propios momentos de desconexión y poder concentrar nuestra atención en aficiones como leer, escuchar música, dar un paseo sin más… Todo ello es más importante en los momentos en que podemos disfrutar de nuestro tiempo libre que consultar cada poco tiempo cuántas notificaciones tiene esa foto de un mojito con la playa de fondo en el chiringuito de moda de este verano.
No perdamos de vista lo importante, lo esencial. El trato personal. El mirar a los ojos mientras te hablan, escuchar de verdad y esforzarnos por comprender qué están compartiendo con nosotros en este instante único en el que la persona que tienes delante (hij@s, padres y madres, amig@s, compañer@s) nos han elegido a nosotros para depositar su confianza.
Sé que ya lo sabéis, pero no está de más recordarlo de vez en cuando, porque con la vorágine de la inmediatez de nuestros tiempos a veces se nos olvidan las cosas más básicas.
P.D. espero que os agrade mi artículo, lo compartáis, lo comentéis, le deis a “me gusta” (a ser posible “me encanta” con su corazoncito y todo) para poder seguir reforzando nuestra amistad virtual.   

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