ES EL MAESTRO, ESTÚPIDO, NO EL MÉTODO

Pedro Hermosilla

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“The economy, stupid”, idea brillante del asesor de campaña de Bill Clinton frente a George H.W. Bush. James Carville, el pollo en cuestión, con ese eslogan destrozó a los sondeos y aupó al joven presidente Clinton, saxofonista y sexofonista, a la Casa Blanca.
Hay más teorías educativas que relleno de garrafón en un chiringuito playero. Los colegios y administraciones gastan un potosí en cursos para mostrarlos al disciplinado cuerpo de maestros que traga con todo y no dice ni mú (tenemos que hacérnoslo mirar eso). Todo ello para mayor gloria y beneficio de las editoriales, que son quien los promueven, los organizan y rentabilizan (el día que la justicia meta los hocicos en el pasteleo que se llevan colegios-administraciones-editoriales, lo de la Gürtel, los ERE, los Villar, los Pujol y demás se va a quedar en un cuento de hadas azucarado. Pero hoy no toca hablar de ello, -como diría el pequeño Yoda catalán-, ya los empestillaremos otro día).
Lo cierto es que todos esos métodos no valen ni para esconderse si no los aplica un maestro competente que empatice, que arrastre y que lidere a esa masa de cachorros infectados por el “Baile de san Vito”.
Dé a un buen maestro una tiza y una pizarra y sacará oro de las cabecitas de sus pupilos; dé a un inútil la tecnología y los medios de la NASA, y lo único que hará es propagar su ineptitud digitalmente y en colorines.

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