Plantistas

Juan E. Daroqui / ECONOMISTA

Nos debemos haber vuelto todos vegetarianos o más aún, veganos. Parece que solo comemos productos de la huerta.

Por mi barrio casi lo único que se abren son tiendas de frutas y verduras de hindúes o pakistaníes. Cuando ves que ha cerrado un comercio, a los pocos días, y sin haber cambiado siquiera los rótulos anteriores, ves en la puerta las cajas con naranjas, tomates, plátanos y demás género hortofrutícola. La verdad es que no tienen demasiado buen aspecto normalmente, amontonados, pero a veces tienen una excesiva buena pinta un tanto sospechosa.

Y todos sobreviven, no ha cerrado ninguno, o casi. Y ello pese a estar al lado de Mercadonas o Consums o cualquier otro supermercado. Y abren los siete días de la semana con un horario larguísimo. No hay problema si un domingo te falta la lechuga para la ensalada o el tomate maduro para la paella.

¿Tanta fruta y verdura consumimos? Se ve que sí y por ello debemos tener una salud estupenda, sin colesterol ni ácido úrico ni nada de esas cochinadas. Debemos estar repletos de vitaminas, minerales y antioxidantes. Se nos deben de salir por las orejas.

Lo que no me cuadra tanto es el florecimiento de este tipo de negocios con la preocupación que se tiene por la obesidad, sobre todo infantil. Será que las frutas y verduras solo las comemos los mayores mientras que alimentamos a los niños a base de hamburguesas, patatas fritas, chorizacos con su grasaza y de postre chuches a cascoporro. Y de desayuno y merienda bollos industriales. Calorías a mansalva.

Cada vez tenemos menos huerta pero la producción debe ser tremenda en vista de cómo están de surtidos esos comercios. Aunque quizá no se abastezcan de la huerta más cercana, no lo sé, o quizá los supermercados son los que se abastecen de lugares remotos y estos comercios de lugares cercanos.

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Los animalistas deben estar contentísimos. Vamos a dejar de comer carne, y no se maltratarán a los animales para alimentarnos. Vamos a dejar de ser omnívoros.

El problema es como ahora salgan plantistas y no quieran que comamos plantas para no hacerlas sufrir, ¿qué haríamos?

Otro negocio que prolifera mucho por mi barrio es el de las franquicias de panes y derivados. Es asombroso que entres en un comercio de esos, repletos de panes de todo tipo, con nombres sugerentes, pan gallego, de pueblo, de semillas, de lo que quieras, ¡y no huela a pan! Con el gusto que da el entrar a un horno de toda la vida y que huela a pan recién hecho.

Yo me compré una mañana un baguette en un sitio de estos, y por la noche podía utilizarlo de bate de baseball o de material antidisturbios. Y cada vez hay más y más. Aunque los hornos tradicionales les están planteando una buena batalla que deberían ganar sin problemas porque no hay color entre unos panes y otros.

Así que, ¡salud!

@Rutiguer_JED

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