Los diálogos de Timo y Teo: de petardos y petardas (basado en hechos reales)

Pedro Hermosilla

Viñeta de Luis García del Real

-Timo: Ayer vi una de los guantazos más espectaculares de mi vida, Teo, pareció una bomba nuclear y casi  creó una onda expansiva  similar a la Hiroshima, tronco.

-Teo: (sacando el cotilla que lleva dentro: marca España): Cuenta, cuenta…

-Timo: Anoche fui a cenar con la familia a una terraza, que dadas las fechas que estamos estaba repleta de seres humanos  e incluso niños (sic) correteando para acá y para allá tirando petardos y montando algarabía.

-Teo: Lo normal, es lo que hay…

-Timo: Pues lo que hubo es que a nuestra derecha estaba aposentada  una  pareja: ella bella con su moño de fallera y sus peinetas relucientes y él, una especie de novillo, una armario de dos por dos, en camiseta con los brazos del tamaño de mis dos piernas juntas.

-Teo: Lo normal, es lo que hay…

-Timo: Sí, el caso es que se instalaron detrás de nosotros unos cuantos más (once o doce) con sus correspondientes pequeñuelos  y sus ganas de divertirse y tomarse algo fresquito.

-Teo: ¿Y?

-Timo: Y que los nenes empezaron a tirar petardos debajo de las mesas propias ajenas, lo que en un principio hizo gracia, por los sustos a unos y a otros clientes del local. Todo el mundo pensaba que no dejaría de ser una anécdota pasajera. Cosas de críos, ya sabes…pero la cosa se complicó…

-Teo: Te veo venir, el padre de uno de los nenes  le dio un pescozón a su criatura por molestar a los demás…

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-Timo: Nada de eso, te explico: El armario empotrado y su novia pidieron la cena y, de manera cortés y educada;  él se acercó a la mesa que estaba a nuestras espaldas.-“Buenas noches, que aproveche. ¿Les importaría decirles a los niños que tirasen los petardos un poco más lejos de nuestra mesa? , nos gustaría cenar  tranquilamente”. Uno de los padres, también muy educadamente- “Claro, no hay problema”.

-Teo: ¿Y?

-Timo: Y que el señor  pasó del tema y  los niños también puesto que  aumentaron el nivel del ataque petardil a la mesa de la pareja en cuestión. La cosa empezó a complicarse cuando varias de las señoras que acompañaban a los pequeños terroristas empezaron a carcajearse de las buenas acciones de sus hijos, e incluso los alentaban con frases tan edificantes como: “Que se jodan, que son fallas” o “A cenar a casa”.

-Teo: Peligro en “La Condomina”…

-Timo: Y tanto que sí. El armario ropero, rojo como el culo de un mandril, volvió a levantarse y se dirigió, nuevamente con una calma digna del santo Job, a la nave nodriza de los dinamiteros. El papá  también se alzó  y se encontraron en terreno neutral  entre cuarteles, envalentonado  por la superioridad numérica y alentado por las gallináceas vociferantes propias que seguían con sus “ Que se jodan, que estamos en fallas” con sus “ A cenar a casa” y demás sandeces.

No intercambiaron ya ni una palabra: la torta salió de la mano del novillo con un perfecto movimiento circular uniformemente acelerado hasta la jeta  del presunto progenitor de una de las criaturas. Rodó como un balón de nívea y, por un instante, un silencio sepulcral reinó en la terraza del concurrido local después del estruendo de tan esplendorosa galleta.

-Teo: ¡Ostras, qué bestia! ¿Y luego qué?

-Timo: Y tras dos o tres empujones, el señor y el armario se sentaron a cenar, los niños los imitaron y todo discurrió con normalidad, paz y armonía.

-Teo: No se puede ir por la vida repartiendo zamarrazos a las personas.

-Timo: Ni petardazos.

-Teo: Hombre, no es lo mismo.

-Timo: Pero no me negarás en que, a veces, una castaña bien aplicada es  hasta medicinal.

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