El estilo pintoresco (2)

La imagen del desierto no describe bien la soledad de un puerto sin barcos, porque las ideas de agua y arena no son coherentes

Pedro H. Pineda / EL ARTE DE ESCRIBIR

Para escribir bien no basta con presentar las ideas con orden (sintáctico o lógico), ni tampoco basta con que la construcción sea armoniosa.

El buen estilo ha de ser, además, vivo, pintoresco. MOSTRAR lo que se quiere decir es más efectivo que hacerlo comprender.

Para conseguir esta viveza descriptiva, conviene destacar lo fundamental para que se grabe con fuerza en la imaginación del lector. Para ello, se pueden seguir los siguientes procedimientos:

1.º Empleo de un DETALLE DESCRIPTIVO PLÁSTICO.
2.° Utilizar una COMPARACION acertada y expresiva.
3.° Recurrir a la ANTÍTESIS para poner de relieve nuestro pensamiento.

1.0. El detalle descriptivo

Mostrar una cosa plásticamente es ponerla ante los ojos del lector como algo vivo. Es dar color al cuadro que antes fuera gris. Para ello, nada mejor que concretar por medio de algunos rasgos, no excesivos, sino bien elegidos, característicos. (Una cosa es el toque exacto de color y otra muy distinta el color chillón del «cromos».)

EJEMPLOS:

Frase poco pintoresca, gris: «El chófer del taxi siguió con la mirada a la bella señorita que pasaba por la acera»

Corrección pintoresca: «El chófer del taxi, las manos sobre el volante, el cuello torcido y la boca abierta, miraba, como alelado, a la bella señorita que pasaba por la acera».

Frase poco pintoresca: «Cantó un gallo. Era el mismo de todos los días: un gallo arrogante».

Corrección pintoresca: «Cantó un gallo. Era el mismo de todos los días: un gallo arrogante, de plumaje dorado, cuello erguido, grandes espolones y con una gran cresta roja».

1.1 La comparación.

La comparación o imagen es un procedimiento literario que sirve para hacer comprender mejor una noción abstracta o un objeto poco conocido: para pintar con fuerza una situación o, simplemente, para poner de relieve una idea o darle cierta gracia.

La comparación ha de ser clara, natural, justa y sugestiva.

a) Clara, porque la comparación que no aclare algo es mala, no cumple su fin fundamental.

EJEMPLO:

Decir de alguien que «tenía la piel verdosa como la iguana» no es, en nuestro país, una imagen clara, porque, entre nosotros, la iguana es una animal poco conocido. En cambio, si decimos: «tenía la piel verdosa como un lagarto», la comparación es admisible.

b) Natural, es decir, ni rebuscada ni artificial. La comparación debe brotar espontáneamente, como brota el agua del manantial, sin esfuerzo aparente.

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EJEMPLO:

No resulta natural decir: «era uno de esos hombres que saben sacar partido de todo, como se saca partido de los residuos de una fábrica «.

Pero sí resultará natural escribir: «ante él se extendía la vega granadina como un verde tapiz de variados tonos».

e) Justa, para que la relación entre nuestro pensamiento y la imagen quede bien establecida, para que la comparación no resulte incoherente. Porque la imagen debe acercamos a la idea principal, no alejarnos de ella.

Así, resultará incoherente decir que «al marcharse los barcos del puerto, parecía éste un verdadero Sahara». La imagen del desierto no describe bien la soledad de un puerto sin barcos, porque las ideas de agua y arena no son coherentes. Más justo resultaría escribir: «al marcharse los barcos del puerto, quedó éste como un inmenso espejo muerto»,

d) Sugestiva, para que llame la atención con gracia y espontaneidad.
» Los ríos son como caminos que marchan …»

«Los soldados, al avanzar frente al fuego de las ametralladoras enemigas, iban cayendo como las espigas al segarlas.»

En suma, hay que evitar las imágenes forzadas, y cuya relación con lo que se quiere decir no es lo bastante natural ni sensible:

Imagen forzada sería decir:

El trigo dorado como los cabellos de Ceres.

Aquí se obliga al lector, poco versado en Mitología griega, a investigar quién era la diosa Ceres. Escribir así es caer en el «crucigrama».

También deben evitarse las imágenes cuando son de mal gusto.

Si yo digo, por ejemplo, que «la selva virgen es como la inmensa vomitera de un vegetariano», la imagen, siendo sugestiva, no es elegante. Bien está para emplearla en la conversación corriente, pero debe ser rechazada en un escrito.

En nuestros días, por miedo al tópico, a la frase hecha, se suelen emplear imágenes cuyo buen gusto es muy discutible. En resumen, las imágenes han de ser «como esos meteoros que embellecen las noches de estío y rayan los cielos puros: deben ser muchos, brillar y apagarse en seguida».

1.2 La antítesis es al estilo abstracto, lo que la imagen es al estilo descriptivo: le presta fuerza.

EJEMPLO:

El hombre sólo es grande de rodillas.

Pero, al utilizar esta figura literaria, conviene evitar los siguientes peligros:

a) No abusar de la antítesis, para evitar la monotonía consiguiente; el abuso de esta figura engendra el estilo alambicado, insoportable.

b) No forzada; conviene que la antítesis -como la imagen- sea natural, no rebuscada.

e) El contraste ha de estar en las ideas, no en los vocablos; de lo contrario surge el jeroglífico, el juego de palabras.

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