La elegancia en el lenguaje

La construcción de la frase y la armonía / La prosa tiene su ritmo; pero han de evitarse en ella las asonancias y consonancias

Pedro H. Pineda / EL ARTE DE ESCRIBIR

En español, la construcción de la frase no está sometida a reglas fijas, sino que goza de libertad y holgura, y que el orden de las palabras se gobierna más por el interés psicológico que por la estructura gramatical sintáctica; por ello, aparte de las normas de construcción sintáctica y lógica, conviene tener en cuenta las reglas concernientes a la armonía de la frase.

Primera regla: Dese prioridad al complemento más corto.

EJEMPLO: «Corregid vuestros escritos con la máxima atención», en vez de «Corregid, con la máxima atención, vuestros escritos». Observaremos que, en este caso, la regla de armonía ha coincidido con el orden sintáctico de la frase, ya que hemos colocado inmediatamente después del verbo «Corregid», el complemento directo, «vuestros escritos».

Segunda regla (complemento de la anterior): No se debe terminar una frase con la expresión más corta.

EJEMPLO: «He clasificado por países todos los sellos que me regalaste», en vez de: «He clasificado todos los sellos que me regalaste por países».

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Tercera regla: Evítense la cacofonía, la monotonía, las repeticiones inútiles, las asonancias y consonancias.

Cacofonía: Repetición desagradable de sonidos iguales o semejantes.

EJEMPLO: El rigOR abrasadOR del calOR me causaba un gran dolOR. b)

Monotonía: Empleo frecuente de muy pocos vocablos; pobreza de vocabulario. Ejemplo: «Me OCUPO DE mis hijos, DE las bellezas del Quijote, DE cazar, DE política…. Lo procedente y correcto -para evitar todas estas preposiciones DE, tan repetidas-, es decir: «Me OCUPO de mis hijos, ESTUDIO las bellezas del Quijote. CAZO. Me DEDICO a la política…

Repeticiones, asonancias y consonancias: La prosa tiene su ritmo; pero han de evitarse en ella las asonancias y consonancias, es decir, lo que en verso se llama “rimas”. Han de evitarse también en la prosa los periodos rítmicos cortos, casi simétricos, «que suenan a versos”.

Ejemplo de consonancia: “Llegó a mi oído un armonioso SONIDO”.

Ejemplo de ritmo de verso: “Gorjeaban los pájaros ocultos en las copas oscuras de los árboles”. (Valle Inclán.) Otro ejemplo de Valle Inclán cuando, en «Sonata de Otoño», escribe, en prosa, la siguiente estrofa rítmica, con asonancias: La voz de un viejo – que entonaba un cantar – y la rueda de un molino resonaba detrás.

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