Voro, el arquitecto

Manuel Huerta

 

El salvador o el arquitecto, pero Voro es la persona clave de este Valencia actual. El actual entrenador del equipo debe permanecer en el cargo hasta el final de la temporada 2017-2018, para reconstruir un proyecto deportivo, para devolver la personalidad identitaria del club y recuperar el prestigio deportivo perdidos por la ineptitud del propietario, sus empleados y su entorno. Y sobre todo, para incorporar al  staff deportivo que él seleccione para una trayectoria de éxito.

El Valencia no puede volver a experimentar con vendedores comisionistas de tres al cuarto, economistas políticos embaucadores y mentirosos, intermediarios multimillonarios sin escrúpulos y amiguetes trasnochados de tertulia de pub inglés y «empinacodos» de los mejores palcos de Europa. Si algo de eso vuelve a ocurrir podemos despedirnos de lo que hoy es Valencia Club de Fútbol, su historia, sus títulos y nuestro orgullo por ser valencianistas.

Voro ha de asumir que es el único nexo de unión que existe entre la empresa y la afición. Tiene que dar el paso y convertirse en una especie de manager general que defina y construya el futuro deportivo, sin dejar de dirigir al equipo, ayudado por las personas que él y solo él, designe. Porque él es la idiosincrasia del club, él es la valencianía y el sentiment de los seguidores, él representa todos los valores del equipo: canterano, exjugador, internacional, entrenador, delegado.

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Sí, estamos hablando de fútbol y concurren muchas circunstancias. Pasó el día del Eibar. Pero eso son episodios puntuales que pasan en las mejores familias. Por eso, Voro debe de disponer del tiempo suficiente para elegir primero a las personas de su equipo técnico, pero también para que cale en el grupo de jugadores la idea futbolística que todo gran club debe tener. El entrenador valenciano, visto desde fuera, se ha limitado a dotar de sentido común a un once sobre el terreno de juego y hacerles creer en su capacidad para hacer bien las cosas, bajo una disciplina táctica y un orden preestablecido. Mangala hace bueno a Garay, Orellana a Parejo, Montoya a Munir, Nani a Zaza. Ché, hasta Siqueira estuvo bien ayer, que ya es mérito del entrenador.

Me preguntaba mi amigo Perico que quién había fichado a Orellana, si Alexanco o quién. Le respondí que no lo sabía pero que seguro que Voro. O por lo menos fue quien dio el ok. Porque en este momento, los dos Peteres Lims que gobiernan el club saben que o Voro o la nada, que o Voro o el fracaso de su inversión. Pues si es así, que sea él, quiera o no, el que se encargue de construir un nuevo modelo que, por lógica y tratándose de Voro, será muy parecido al Valencia pre-Lim, que es modestamente a lo que aspiramos.

Una mezcla de jugadores contrastados y canteranos de esta hornada bien preparada que tenemos, bien tratados económica y anímicamente, que vengan a disfrutar de una gran ciudad, de un clima espectacular para su familia, de unas inigualables instalaciones de entrenamiento, y capaces de aceptar con madurez el reto a clasificar entre los cuatro primeros. E ir creciendo en 14 meses de buen trabajo, de buena planificación, para contar con esa base y uno o dos jugadores más que marquen la diferencia, como siempre ha ocurrido en Valencia.

No se trata, después de los que estamos pasando, de hacer el mejor fútbol del continente, claro que no. En 14 meses hay tiempo de fabricar una gran propuesta deportiva sin riesgos. De fichar con calma a un encargado de fichajes que, bajo la supervisión de Voro, realice su trabajo pensando a dos temporadas vista. De incorporar a un entrenador para la temporada 18/19 que se ennovie con ese proyecto y lo viva y lo sienta como suyo, da igual el nombre, pero dependiendo jerárquicamente de Voro. Y terminar de confeccionar una plantilla de clasificación europea.

 

 

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