Dios perdona; el karma, no

Antonio Gil-Terrón 

Decíamos ayer que una persona inteligente no amenaza; no avisa; no da pistas; no muestra sus armas ni revela sus defensas y activos. Simplemente vive y deja vivir, sentado a la puerta de su casa, viendo pasar –indiferente- los cadáveres de sus peores enemigos. Porque pasar pasan; tan solo es un problema de tiempo y de que no hayamos interferido en los acontecimientos, erigiéndonos en jueces y verdugos.

Y es que Dios perdona, nosotros podemos perdonar, pero el karma no perdona nunca; no es su función. Del karma y sus automatismos nadie escapa. Todo se paga, en esta vida o en la siguiente; al contado o en cómodos plazos más los intereses; pero pagar, se paga.

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Como he dicho antes, el karma no perdona nunca; Dios sí. Así pues, hay un modo de suavizar o anular el karma, pero de eso hablaré mañana para no hacerlo largo hoy, y ello en deferencia a todos aquellos que tienen dificultad para leer más de tres párrafos seguidos; porque nada más lejos de mi intención que estresar a nadie.

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