Impuestos hasta por mear: ‘pecunia non olet’

Pedro Hermosilla – Luis García del Real /HISTORIAS PARA UN RATICO

El tema de freír a la gente a impuestos no viene de ayer. Mandamases de todas las épocas le han cogido el gustillo a eso de apropiarse del dinero ajeno para mayor gloria de uno mismo. Todos sabemos que pagar impuestos forma parte del deber de un ciudadano y que son imprescindibles para un funcionamiento normal de las instituciones; pero creo que también todos sabemos que es muy raro que los impuestos vayan en su mayoría donde deben sino a donde conviene al político de turno.

Hubo un emperador de Roma, Vespasiano, al que se le ocurrió la brillante idea de cobrar por la recogida de orina en las letrinas públicas. Conducta que fue afeada incluso por su hijo Tito que a la postre sería también emperador. Ante la reprimenda de su hijo que sostenía que no podía recaudar impuestos por algo tan soez; Vespasiano que en el fondo, aunque un poco tacañón, tenía fama de cachondo mental, le mostró una moneda a su hijo y se la puso debajo del hocico y añadió:»Pecunia non olet» o «El dinero no huele». Así acabó con la discusión.

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Lo cierto es que buscando sobre esta anécdota he encontrado que en realidad tiene su lógica, a saber: los romanos no conocían prácticamente el uso del jabón para lavar las ropas y, en su defecto, sumergían las prendas en piletas llenas con orina humana o animal mezcladas con agua. El honor de mover estas prendas en las piletas a base de patearlas y pisarlas se lo concedían, ¡cómo no!, a los esclavos. De esta manera sacaban las togas de los senadores tan limpitas y supongo que con un olor maravilloso a tigre.

Por cierto el emperador murió de diarrea, un tío tan tacaño murió “soltando”. El destino siempre hace justicia…

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