Paquita Lerma, la Esmeralda de La Cañada

La historia de una de las primeras familias instaladas en la urbanización de Paterna

Cuando Francisco Lerma Belenguer, con la ayuda de Miguel Roig, adquiere el actual enclave de lo que poco más tarde será el horno La Esmeralda, todavía no había comenzado la guerra civil. Francisco llevaba la profesión en la sangre, no en vano, había nacido en el horno del Ensanche de Paterna, instalación que adquiriría años más tarde. Francisco, con un carro, distribuía el pan por diversos puntos, entre ellos, los incipientes merenderos de La Cañada, algún bar y algún chalé que se va construyendo cerca de la estación..

Poco tiempo después, Francisco, con acertada visión comercial, se traslada con toda la familia desde su Paterna natal al local que había adquirido en la Plaza Puerta del Sol. Aquí nace Amparo, su hija mayor, la segunda persona nacida en la urbanización. Y en uno de sus repartos de pan recibe el aviso de que los requetés quieren matarlo, como ya hicieron con su abuelo. Su delito, ser alcalde pedáneo.

Terminado el conflicto civil, la Pascua y el verano provocan la llegada en el trenet de visitantes que utilizan la zona para sus excursiones al río, la presa y el disfrute de las pinadas. El horno empieza a tener mucho trabajo y la familia se ha de turnar para atender la demanda. A Paquita y a Chelín les toca de madrugada, desde las 2 hasta las 8 de la mañana y con tan sólo 12 años, Paquita pasa más horas en el obrador que aprendiendo a coser. Tan solo puede permitirse de vez en cuando merendar en Noel.

Es ya en 1967 cuando Paquita Lerma y Manuel Penadés Casanova, su esposo, se hacen cargo definitivamente del horno, tras fallecer la madre de Paquita. La Cañada se llena de chalés  e incluso se comienzan a pedir los servicios del horno para hacer el arrós al forn. La vocación de Manolo Penadés Casanova la impregna en su hijo Manolo, hornero desde los 8 años de edad, cuando se pasaba las tardes cociendo madalenas y al que le coloca su propio delantal, contangiándole el amor por la profesión.

Se llega a un acuerdo familiar entre Paquita y sus hermanas y los Penadés-Lerma adquieren definitivamente la propiedad del horno. A la profesionalidad y meticulosidad en el trabajo de Manuel se une el emprendedurismo y valentía de Paquita. Así, aconsejada por otra persona ilustre de La Cañada, Onofre Miguel, adquieren el solar colindante al horno con el fin de invertir adecuadamente los pequeños ahorros que pueden ir teniendo.

Loading...

Paquita y Manolo Penadés Lerma. /Img informaValencia.com

A mediados de los 70 llega la primera gran reforma: se instalan ya pesadoras, plegadoras y el horno de bandejas. Son los años del expansionismo industrial y en época de Semana Santa necesitan incluso contratar personal para hacer «panquemaos» y atender la demanda de vecinos y visitantes. Muchas clientas habituales dejaban un saquito de pan y Paquita ya sabía como los tenía que llenar. Se sabía los colores de cada clienta y las necesidades de cada una, hasta su vida y milagros, que no nos quiere contar por respeto, pero que esconden cientos de anécdotas de todo tipo.

Fue un período de mucho trabajo. En ocasiones no encontraban personal. Manuel y su hijo mayor Manolo (Javi y Juan Carlos, los hermanos pequeños, estudiaban), tenían que doblar jornadas muchas noches de verano, moviendo sacos de 50 kilos de harina. Más tarde llegó el horno de carros y también la ayuda de Javi, el hermano mediano. Tartas de comunión de 14 pisos, un pedido de 50 tartas de 12 pisos…, todo se sirvió. Eran jornadas de 12 horas sin parar, desde las 9 de la noche a las 9 de la mañana. Pero Javi, un pastelero de mucha calidad, enfermó.

Paquita y su hijo Manolo afrontan días agotadores. «Estaba más agrio que los pies de Cristo», bromea Manolo. Y es que no habían trabajadores que poder contratar. Ni en Paterna ni en ningún sitio. Y tanto esfuerzo se paga con una invalidez por enfermedad. Además, la instalación en Paterna de Carrefour primero y en La Cañada de Mercadona más tarde, obligan a distinguir a La Esmeralda de la competencia con un solo añadido más: la calidad. Es el elemento diferenciador.

Son los últimos años de los Penadés-Lerma al frente del negocio. «He sido feliz con el horno», relata emocionada Paquita. Pero la edad obliga al descanso tras tantos años de esfuerzo. El horno se alquila y Manolo se preocupa en aconsejar en el trabajo y sobre todo, en la técnica. Ahora son horas otra vez agotadoras con el Roscón de Reyes, de gran éxito en el Horno Pastelería La Esmeralda merced a la fórmula secreta de Manuel Penadés Lerma. Fórmula cuyo secreto se reserva el hornero porque desvelarlo sería como traicionarse a sí mismo.

 

Be the first to comment on "Paquita Lerma, la Esmeralda de La Cañada"

Leave a comment

Your email address will not be published.