El expansionismo catalán

Vicente Torres

El digital dolca Cataluña, que tan buena labor está haciendo al divulgar las necedades, por no decir algo peor, de los nacionalistas, ha tenido a bien mostrar un mapa, de un medio que no podría sobrevivir sin la subvención, en el que figuran todos los sitios en los que según ellos se habla catalán.

Por un lado critican lo que en su opinión, enfermiza, hizo Castilla con las armas, que ven mal, y por otro alaban lo que hicieron ellos con las armas, que les parece bien.

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Cabe suponer que los psiquiatras catalanes se están poniendo las botas, porque todos estos delirios les tienen que pasar factura a sus conciudadanos. Para ellos debe de ser una pesadilla la idea de que en el Reino de Valencia no hablamos catalán. Aclaro que escribo Reino de Valencia porque los nacionalistas no respetan el nombre oficial, que se puso precisamente para calmarlos. Lo aceptaron para que no prevaleciera el correcto, pero luego no lo usan. Hay nacionalistas que se creen socialistas, pero ser socialista y nacionalista es como sorber y soplar al mismo tiempo.

El caso es que el nacionalismo, que a finales de los setenta era escaso, pero ruidoso, se ha infiltrado en todos los partidos, excepto en UPyD y quizá en Vox. El PP valenciano se ha traicionado a sí mismo al dejar de lado las ideas que con tanta brillantez defendió Broseta. El primero en traicionarlo fue Zaplana y luego ya todos. La demencia se contagió a Valencia, y el nefasto Camps incluyó a la fenicia AVL en un nuevo Estatuto que nadie pedía, sin que esa sea la única sandez que contiene.

Y aquí tenemos entre nosotros una lengua extraña, que se nos intenta imponer por la fuerza, con nuestro dinero, haciendo el juego a esos enloquecidos vecinos del norte, cultivadores del lloriqueo y del entrometimiento.

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