Manuel Huerta
Se acabó la diversión, llegó el Comandante y mandó parar, canta y canta el compositor adicto al régimen, Carlos Puebla, todavía en nuestros días. El abogado Fidel Castro Ruz, autor ideológico y material del alzamiento militar de Sierra Maestra contra el régimen hipercorrupto pero democrático de Fulgencio Batista, icono de la injusta Revolución infinita y artífice de los siete días más peligrosos para la Humanidad desde Hiroshima y Nagasaki con sus amenazas de misiles mirando a JFK, no era más que un tirano mentiroso, embaucador narcisista, enamorado del poder, siempre eso sí, al abrigo del socialismo soviético, (¿a quién os suena?).
Pero la eterna pregunta, la cuestión que durante años y años de esperanza se han preguntado la mayoría de cubanos y la mayoría del mundo, es que va a pasar ahora. Personalmente y por desgracia, creo que no pasará nada, de momento. Tristemente, aún le quedan años al entrañable, culto y alegre pueblo caribeño para alcanzar la democracia y las libertades individuales. La tela de araña de CASTRO SA, tejida y amasada históricamente durante 50 años por un amplísimo comité de chivatos adeptos, aliñada en los últimos tiempos por los líderes amamantados por Fidel en buena parte de la América latina que siguen el ejemplo de adoctrinamiento desde las aulas más primarias, resultará labor extremadamente compleja de desentrañar.
En Cuba hay cubanos, cada vez menos, -menos mal-, que siguen convencidos en las bondades de la dictadura castrista, mal denominada revolución. Han nacido y crecido envueltos en los mensajes coercitivos de que su libertad no vale nada si con ello se arriesga la libertad de la nación. Años y años de mentiras, de penalidades, de amarguras. No conocen otra cosa. Y si la conocen, están educados para negar la prosperidad de otras formas de vida, además del subsidio y la cartilla de racionamiento, aborregados para defender que USA es el mal opresor causante de todas sus deficiencias sociales.
En la mayor de las Antillas, la isla más bonita del planeta, habrá que ver el papel que van a jugar los cubanos en el exilio, sobre todo los de Miami, aunque también los de México, por citar algunos de aquellos que disponen de capacidad financiera. La deuda internacional generada por el régimen de Castro va a ser uno de los principales problemas. Hace falta mucho dinero -y muchos años- para situar al país en disposición de poder revitalizar la competitividad de una economía situada en la cola de todo. Para Cuba, la crisis económica mundial ha sido devastadora. Ni siquiera la exigua reciente apertura propuesta por el régimen castrista ha significado apenas acercamiento al bienestar o la calidad de vida tal y como la valoramos en el mundo libre. Pondré un solo ejemplo. En 2015, la isla fue uno de los lugares a donde más medicamentos básicos envió Farmacéuticos Mundi. Y el dato, sin que se hayan producido episodios dramáticos tipo guerras o catástrofes atmosféricas.
Algunos creen que el turismo es la vía de la recuperación del pueblo cubano. Nada más lejos de la realidad. Los pocos privilegiados que pueden aprovechar las bondades del sector son los únicos que no necesitan del vergonzoso racionamiento estatal para alimentarse bien. La inmensa mayoría de las empresas turísticas que operan en la isla son extranjeras y pagan unas tasas descomunales a los Castro. Y la única empresa nacional es de los hermanos revolucionarios, de ahí lo de CASTRO SA. Esa no es la vía de la recuperación económica. Ni mucho menos, la de devolver los millones y millones de dólares que debe el gobierno al exterior. Cuba necesita un mercado garantista y mucha inversión en todos los sectores. Cub necesita empleo y formación para competir. Esta la obra del inmobilismo, del comunismo retrógrado, injusto, delictivo y dramático del dictador fallecido. Ante Dios le toca pugar tanto crímen.
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