Epidemia de esquizofrenia

Juan E. Daroqui / ECONOMISTA

Según la Sociedad Española de Psiquiatría la esquizofrenia es “un trastorno mental severo que afecta al pensamiento, las emociones y el comportamiento”, según la Wikipedia “es un diagnóstico psiquiátrico que se utiliza para personas con un grupo de trastornos mentales crónicos y graves, caracterizado a menudo por conductas que resultan anómalas para la comunidad, falta de percepción de la realidad, alteraciones en la percepción o en la expresión de la alteración de la realidad”; los que padecen esquizofrenia, al parecer, pueden ser bipolares.

Como se ve, he ido a buscar mis fuentes en Internet, como hacemos el 99 % de los que no sabemos alguna cosa, los que somos ignorantes en muchas materias, y tras leer lo que el Sr. Google dice del asunto he llegado a la conclusión de que nos invade una epidemia de esquizofrenia, que ya no solo afectan a las personas, individualmente, si no que afectan a grupos o entes más abstractos. No sé si el contagio es por virus, bacterias u ondas hertzianas.

En un programa de TVE vi a una joven modelo, o aspirante a serlo, decir que ella no era “una esquizofrénica de la moda”, así que igual se puede ser esquizofrénico de cosas como la música, la política o el deporte. No lo tengo muy claro pero quien sabe.

El FC Barcelona salió en defensa de Lionel Messi cuando fue condenado a 21 meses de cárcel por tres delitos de fraude fiscal; asimismo hace pocos días salió en defensa de algunos de sus jugadores que fingieron, con descaro, haber sido alcanzados por una granada de mano cuando les lanzaron una botella de plástico que ni les rozó. O sea, en lugar de reprobar la actitud de algunos de sus empleados, objetivamente censurable, va y les dan su apoyo. ¿Se entiende sin pensar en la esquizofrenia?.

Otro ente afectado, sin duda, es el Congreso de los Diputados. De él ha emanado la Ley del Deporte donde, como ya expliqué la semana pasada, se prohíben los insultos o la incitación a la violencia en los campos de fútbol. Sin embargo, no hay ninguna Ley que prohíba lo mismo en el Congreso, de ahí que podamos oír a un diputado llamar a otro “capullo, vaya gilipollas”, “sinvergüenza”, “terrorista” o lindezas similares. Pretenden que los que vamos a un estadio nos comportemos como diputados pero les da igual que los diputados se comporten como ‘hooligans’, que da vergüenza ajena ver como se exaltan algunas de sus señorías. Parecen los ultras de cualquier equipo.

Uno de los más afectados por la epidemia es el PSOE. El jueves, durante el discurso de Mariano Rajoy, llenaba su twitter con frases en contra del candidato, señalando todo lo que les parecía mal y lo nefasto que podría ser que fuera de nuevo presidente del gobierno cuando sabían que gracias a ellos mismos, el sábado, iba a ganar la votación. ¿No hubiera sido mejor cerrar la cuenta esos días?. Según me dicen, Antonio Hernando, portavoz del PSOE, ha pasado directamente a los manuales sobre la enfermedad tras su defensa del “no” y de la abstención.

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Los de Ciudadanos tampoco le van muy a la zaga. Estos después de decir que con Rajoy ni a la esquina, han pasado a con Rajoy a donde sea. Los que no pueden ni ver la corrupción dicen sí al primer partido imputado por ella. Si es que si no, no pero sí, esto sí o no, en fin no sé. Lo tienen todo muy claro.

Podemos, pues más de lo mismo. Los que impidieron que Pedro Sánchez fuera presidente del gobierno ahora se tiran de los pelos porque Mariano va a volver a gobernar. Ellos lo podían haber impedido ¿no?. Claro, pero no es culpa de ellos. Los que padecen de esquizofrenia siempre encuentran culpables de sus errores a los demás.

Y el Partido Popular tampoco se libra de la epidemia. Los que, según dicen ellos mismos, han tomado grandes medidas contra la corrupción, lo primero que hicieron en el juicio de la Gürtel que está en marcha, fue intentar anularlo. Vamos, están tan en contra de la corrupción que lo único que hacen es poner trabas a las investigaciones. Digo una cosa y hago la contraria. ¿Esquizofrenia o cinismo?.

Y, pensándolo bien, ya no es que sea una epidemia, es una pandemia que llega hasta los EEUU. Si el próximo martes gana Donald Trump las elecciones, será la confirmación de mi teoría, y que Dios nos pille confesados.

El caso es que yo mismo puedo haber sido contagiado porque he escrito esta columna pero no sé si es la columna que quería escribir.

@Rutiguer_JED

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