De 26 segundos a 1 minuto

Susana Gisbert

 

Ya está. Alea jacta est. Consumado gobierno a la enésima intentona. Una buena noticia para algunos, un desastre para otros y, para la mayoría, poco menos que más de lo mismo. Desde el escepticismo que da el cansancio y la consternación ante algún que otro esperpento con el que han tenido a bien obsequiarnos.

¿Todo sigue igual? Tal vez, pero al menos el principio fue distinto. Se inició con un minuto de silencio por las víctimas de violencia machista, algo inaudito en el tiempo que llevamos de democracia, como inicio de una votación de investidura. Un minuto que llega con retraso, y que es poco para lo mucho que queda por hacer, pero un minuto que estuvo allí. Por vez primera, las víctimas, aunque solo fuera por ese espacio de tiempo, ocuparon un espacio en la mente de quienes nos representan en el Congreso.

Me gusta pensar que la acción conjunta y constante de quienes habitamos diarios, redes sociales, espacios públicos y cualquier tipo de foros, fue la gota malaya que logró abrir una pequeña brecha en el muro de la indiferencia. Y, aunque no hay que echar las campanas al vuelo, algo ha cambiado. Aunque ese algo sea, de momento, muy pequeño.

Si hacemos memoria de los meses de martirio que llevamos entre campañas, urnas, pactos y desencuentros, recordaremos lo que pasó en la campaña electoral. Los máximos líderes no dedicaron más que 26 segundos a la violencia de género en el debate a cuatro que se suponía que era el mayor escaparate de sus respectivos programas. 26 segundos que además se debieron a la insistencia de la única mujer que había entre los moderadores y a la que solo atendieron dos de los cuatro aspirantes a gobernar, entre los que no estaba el recién investido presidente. Algo desalentador que dio lugar a una respuesta enfurecida de muchas personas –entre las que me encuentro, por supuesto-

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Hoy el escenario es diferente. Ha sido la propia moderadora –la presidenta del Congreso- la que ha instado a ese minuto de silencio. Un gesto que puede no pasar de ahí pero que no deja de ser un buen gesto.

Comprendo a quienes, de inmediato, lanzaron sus toneladas de indignación gritando que eso no es nada, que se dejen de gestos y empiecen las acciones. Y digo que comprendo porque en cierto modo a mí el cuerpo también me lo pedía. Pero seamos positivos. Ese minuto debe ser la firma de un compromiso con la ciudadanía en la lucha contra esta terrible pandemia. Es una imagen para guardar en la retina y en los archivos para echarles en cara su hipocresía en el caso de que no asuman ese compromiso. Es un seguro de vida, y que no duden que esgrimiremos la póliza si no cumplen el contrato.

Ese minuto debe ser el primero de los cientos de miles de minutos que han de dedicar a ello, con medidas y presupuesto y de inmediato. Ese minuto debe ser mucho más que postureo, porque ahora se han pillado los dedos. Esperemos que se hayan pillado también las conciencias porque les estamos vigilando.

Y la cuenta atrás para un pacto de Estado ha empezado ya. Pongan en marcha sus cronómetros. Yo ya tengo el mío funcionando.

@gisb_sus

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