Pedro Hermosilla / A mis padres en sus Bodas de Oro
No hay para el alma coraza ni escudo
tan impenetrable, tan fiel,
tan cota de maya ajustada,
tan forro de acero puro,
como el amor repartido
por los poros de la piel.
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No hay ni cíclopes ni lestrigones,
ni ventiscas ni huracanes,
ni tormentas de rayos, ni truenos,
ni malditas lágrimas de hiel
Que puedan pretender vencer
al cariño verdadero
cuando se quiere querer.
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