Pedro Hermosilla / MALDITAS, BENDITAS PALABRAS
Las crónicas de la mañana
relatan que ya no estabas
cuando un sol maldito y traicionero
lanzó sus rayos contra el suelo
y lo vistió con una sábana de brillo
que calentaba la ausencia
de las huellas de tus pies
por las baldosas de mi pasillo
-que ya te echaban de menos-.
No decían nada
de los restos de tu perfume
en mis pijamas,
ni de la taza de café
helado y a medio beber
que dejaste apoyada en la repisa
a modo de despedida
de la madrugada y su agonía.
Que ya nunca será de los dos…
que ahora sólo será tuya y mía.
Nada de este vacío
que respiro y que me llena
de la misma nada mis pulmones.
Desde que tú te has ido
yo soy un yo
falto de emociones
y de sentido.
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