Opinión

El manifiesto

Antonio Gil-Terrón

El anarquismo ha muerto, ¡larga vida a la anarquía! Ya no necesitaremos más el bagaje del masoquismo revolucionario o de la autoinmolación idealista; o de la frigidez del individualismo con su desdén por la convivencia, por el vivir juntos; o las vulgares supersticiones del ateísmo, del cientifismo y el progresismo del siglo XIX. ¡Tantos pesos muertos! Las mohosas maletas proletarias, los pesados baúles burgueses, los aburridos portamantas filosóficos ¡por la borda con ellos!

Estas palabras escritas por el poeta estadounidense Hakim Bey, son como una bocanada de aire fresco para las almas libres que aún confían en que la Humanidad escriba un día su destino en un mundo mejor, una vez liberada de los lastre materialistas que la corrompe tiraniza.

Un mundo mejor en el que encontraremos la paz y la libertad que la manida “Libertad” de los hombres, históricamente nos ha negado, al descubrir en el mensaje que nos hace a todos iguales; que nos hace a todos hermanos [Mateo, 23: 8-12.], libres de reglamentos, maestros y gurús, basado todo en la propia revolución personal, a salvo de la torticera dictadura de iluminados y visionarios mesiánicos, así como de cualquier tipo de organización política o religiosa que lo único que han hecho a lo largo del tiempo es el engorde y mantenimiento de sus respectivas castas.

Será el triunfo del libre albedrío con que Dios creó al hombre. La consagración de la auténtica Libertad desde el respeto a la libertad de los demás, en una fraternidad universal libre de la tiranía opresora y asfixiante de los Estados.

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POSTDATA: En esta vida me ha gustado tan poco el mandar como el que me manden, por lo que siempre he sido y seré un grano en el culo de una sociedad basada en mucha palabrería y una realidad: Los que mandan y los que obedecen.

El enquistado problema de la Humanidad desde los albores de la civilización, es que aquellos revolucionarios de salón y pasillo que arremeten contra el que manda hasta derribarlo, es simplemente para poder mandar ellos y continuar enseñando a las nuevas generaciones, ya desde niños, no a comprender, sino a obedecer… a temer. La cultura del miedo al todo poderoso dios Estado.

La pocilga siempre es la misma, tan solo cambian los cerdos que se matan y matan por mandar; y a estos, no les hables amor ni les eches margaritas, porque no te entenderán y revolviéndose contra ti, harán lo único que saben hacer: gruñir y pisotear, en un mundo donde ya no caben los poetas; ni los poetas queremos estar.

https://www.youtube.com/watch?v=GaIGq6wQzxs

 

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