Valencia

Fisher: ‘La tecnología no ha cambiado el amor’.

La antropóloga Helen Fisher, reconocida experta en las relaciones afectivas de pareja, explica las diferencias de género y la evolución de las emociones humanas

La doctora Helen Fisher, antropóloga y bióloga, es investigadora miembro del Centro de Estudios Evolutivos Humanos en el Departamento de Antropología de la Rutgers University en New Jersey (EEUU) y Asesor Científico para el sitio de citas de Internet Match.com

Fisher es autora de varios trabajos editoriales que ponen al descubierto los misterios de nuestra emoción más preciada: el amor. Y en ellos estudia su evolución, sus fundamentos bioquímicos y su importancia vital para la sociedad humana.

La bióloga describe el amor como una reacción universal (más fuerte que el deseo sexual; más fuerte que la sed o el hambre; más fuerte, quizás, que la voluntad de vivir), y en sus múltiples estudios de investigación, la antropóloga arroja luz sobre los misterios humanos atemporales, como por ejemplo, porqué elegimos una postura determinada en el sexo.

En su estudio ‘Anatomía del Amor’, publicado por primera vez en 1992 y que acaba de ser reeditado en una edición completamente actualizada, incluye su reciente investigación de neuroimagen de la lujuria, el amor romántico y el apego, así como las discusiones sobre el sexting, conectando amigos con beneficios, otras formas actuales de ligar y el matrimonio, del que tacha cómo «una tendencia actual dramática de amor lento.»

«En manos tan hábiles y sensibles como las de Fisher, el análisis científico del amor es pura magia.», decía de la investigadora la revista Scientific American.

«El amor siempre prevalecerá, ninguna tecnología puede cambiarlo»

“El 86% de las sociedades humanas permite que un hombre tenga varia personas: la poligamia. Sin embargo, en la mayoría de estas sociedades solo un 5 o 10% de los hombres la practica. Tener varias parejas puede ser un dolor de muelas”, inicia Fisher.

Con ello, la investigadora quiere ejemplificar que l a mente humana está hecha para el amor. “El 97% de los mamíferos no se emparejan para criar a sus hijos, pero los seres humanos lo hacen”, argumenta. Y, aunque la fidelidad no existe en todas las culturas, los circuitos cerebrales responden de la misma forma ante el romanticismo.

Fisher defiende que el cerebro humano se centra en tres sistemas diferenciados para el apareamiento y la reproducción: el deseo sexual, los sentimientos del amor romántico intenso y los sentimientos de sentirse unido a una persona a largo plazo.

Pareja enamorados

Tres sistemas que han reaccionado igual siempre:

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“No hay duda de que la tecnología está cambiando nuestra manera de relacionarnos: emails, whatsapps, emojis, sexting, selfies… vivimos nuevas reglas y tabúes. Pero ¿ha cambiado drásticamente el amor? ¿Qué hay de los años 40, cuando el coche se hizo popular y de repente tuvimos dormitorios andantes? ¿Y de la introducción de la píldora anticonceptiva?”.

Para la bióloga, el cambio sufrido en la actualidad no es mayor que los anteriores. “Las webs de citas no están cambiado el amor”, asegura. “Ni tampoco de quién eliges enamorarte”.

Según Fisher, existen cuatro maneras de actuar ante el amor, según primen nuestros niveles de dopamina, serotonina, tetosterona y estrógeno. La doctora realizó un cuestionario con preguntas relacionadas a estos cuatro rasgos, que contestaron en 40 países distintos. Las respuestas, de más de 14 millones de personas, le han servido para ver los tipos de perfiles que buscamos según quiénes somos.

“Las personas que se centran más en la dopamina –curiosos, creativos y enérgicos– y en la serotonina –tradicionales y convencionales– buscan personas de sus mismos perfiles. Pero los que muestran niveles más altos de testosterona –analíticos, lógicos y directos– y de estrógenos –intuitivos y extrovertidos– buscan lo contrario a ellos mismos”, expone Fisher.

Según la experta, estos patrones nos vienen dados de manera natural. Es nuestra forma preconcebida de elegir pareja y la tecnología moderna no puede cambiarlo.

No obstante, lo que sí ha cambiado es cómo elegimos a la persona con la que compartir nuestra vida. Nunca antes habíamos tenido tanta oferta. Hoy en día, podemos escoger a la persona adecuada de entre miles, lo que genera un doble efecto. Por una parte, nos cuesta más conformarnos con alguien, ya que tendemos a comparar y a buscar a una persona aún mejor. Y, por otra, sufrimos la llamada “sobrecarga cognitiva”, por la cual, entre tanta oferta, acabas sin centrarte en nadie.

Fisher cree que se ha alargado la etapa anterior a elegir la pareja definitiva. Antes, el matrimonio era visto como el inicio de las relaciones. Ahora se ve como el final de la soltería, como el momento en el que toca centrarse después de haber experimentado lo suficiente.

En el mundo moderno, el sexo prematrimonial y sin compromiso ya no es ningún tabú, por lo que es lógico que haya aumentado. Aun así, seguimos buscando alguien con quien compartir nuestras vidas. Lo único que ha cambiado es la edad en la que lo hacemos.

“El amor siempre prevalecerá. Ninguna tecnología puede cambiarlo. Y concluiré diciendo que ninguna teoría sobre las relaciones puede determinar lo más poderoso de la conducta humana: la insaciable, adaptable y primordial búsqueda del amor”.

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