Lo urgente por lo importante

Juan E. Daroqui / ECONOMISTA

Hace unos diez días se celebró en Hangzhou, China, la cumbre del G-20, a la que España asiste como país invitado gracias al expresidente Rodríguez Zapatero.

En estas cumbres se tratan asuntos importantes ya que están representadas las 20 mayores economías mundiales, pero ocurre que, como coincidió en el tiempo con el “nombramientus interruptus” de José Manuel Soria para el Banco Mundial, aquí nos quedamos en lo urgente y pasamos un tanto de lo importante.

Allí se tomaron acuerdos para para aumentar el crecimiento mundial y evitar una nueva crisis planetaria. Una de las conclusiones a la que se ha llegado, la explicó Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con estas palabras: ha “llegado el momento de aumentar el gasto público, la inversión y los déficits”.

¿Habrá oído la Comisión Europea esta declaración?, ¿la habrá escuchado Frau Merkel y su ministro W. Schauble?.

Parece que Keynes resucita y el déficit público ya no es el demonio que hay que combatir, ya no es el origen de todos los males actuales, incluso es un método para resolver los problemas que tenemos. Oír para creer.

Sin embargo aquí no va a ser nada fácil aplicar esta receta. Si aumentamos el déficit subirá la deuda y, ahora mismo, eso no es compatible con las políticas de la Unión Europea. El gobierno que venga, si es que llega a formarse alguno a corto plazo, deberá dar un tijeretazo de 20.000 millones de euros ya comprometido con la Comisión. Teniendo Alemania un superávit de 185.000 millones de euros va a ser imposible que nos dejen aplicar la receta.

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El tijeretazo no sería lo mismo si no tuviéramos que dar por perdidos más de 26 mil millones de euros de los aportados al recate de la banca que, según nos dijeron en su día, no nos iba a costar ni un euro, porque era un préstamo y lo íbamos a cobrar. Una mentira más, y dolorosa.

Además el ecologismo debe estar muy contento porque EEUU y China, los dos mayores contaminadores del planeta, han ratificado el acuerdo de diciembre del 2015 en la COP21 de Paris, para detener el calentamiento global. Ahora es necesario que se pongan seriamente manos a la obra. Que lo hagan por favor.

Europa, que debería ser uno de los motores de estas iniciativas para evitar el cambio climático, ha perdido casi todo el protagonismo envuelta en su laberinto. La ratificación de los acuerdos ha de pasar por los parlamentos de los países y a estas fechas tan solo lo han ratificado tres, Francia, Hungría y Austria. ¿A qué espera el resto?, no se sabe; a ver si el impulso dado por los dos grandes contaminadores anima al resto de países europeos a ratificarlos, incluido el nuestro, que aunque sin gobierno sí tiene parlamento y puede hacerlo.

La India y Rusia se hacen los remolones y hasta que Europa no se sume seguirán haciéndolo, por la dependencia de estos países de los combustibles fósiles y la escasa presencia de las energías renovables.

Uno de los objetivos de los países desarrollados sería el transferir tecnología a los países menos desarrollados, sobre todo de África, para el desarrollo de las energías limpias.

Y nuestros periodistas preguntándole al presidente en funciones, en Hangzhou, por el Sr. Soria.

@Rutiguer_JED

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