Jose Segura / LO QUE HAY
¿Para qué sirve la historia, si volvemos a cometer los mismos errores una y otra vez? Deberíamos tenerlos muy claro los europeos, mientras vemos –sin apenas reaccionar- cómo crecen los partidos de extrema derecha, ganando paulatinamente elección tras elección.
Ya no se trata solamente de Ucrania, Hungría o Francia. Ahora le toca a Alemania, donde el partido AfD acaba de ganarle unas elecciones regionales a Angela Merkel en su propio feudo.
AfD, partido sustentado en el rechazo a los refugiados admitidos por Merkel, está extrañamente formado por corrientes tan dispares como los postcomunistas pro-Putin –muy al estilo Donald Trump- o los neonazis. Ya está presente en la mayoría de parlamentos regionales de Alemania y, de seguir así, no tardará en llegar al parlamento federal, gracias a nada menos que un 11% de los votantes que ya simpatizan con esta organización xenófoba.
En resultados como estos consisten las consecuencias del populismo, que crece alarmantemente a nuestro alrededor, aprovechando la ausencia de líderes políticos y partidos con una altura de miras suficiente y el necesario liderazgo para que los ciudadanos se encuentren satisfactoriamente representados.
En España, la ultraderecha es todavía insignificante por sí misma, habiendo fracasado todos los intentos como el más reciente de Vox. Aunque tampoco le hace falta tener una organización propia, acomodada como está en el ala más conservadora del PP, un partido capaz de acoger propuestas antidemocráticas, represoras e injustas, y ponerlas en práctica en forma de decretos y alguna ley que otra. La pobreza de una gran cantidad de nuestros conciudadanos, la negativa –en la práctica- de acoger refugiados, los comportamientos de ministros como Fernández Díaz o el apoyo a exministros como Soria, así lo demuestran, para vergüenza ajena, e incluso propia en muchos de los militantes del partido conservador.
Al igual que en el otro extremo, donde Podemos alberga ultras empecinados entre sus más altas instancias, que pretenden una izquierda imposible y muy lejana de las bases a las que dicen representar. Una izquierda, que de llegar al poder, dejaría el país hecho unos zorros al aplicar unos criterios teóricos y bananeros que ya no tienen cabida en una Europa que debe cambiar, pero no así.
No. No aprendemos. Seguimos siendo insolidarios por un lado e inanes por otro, críticos de bar y corderos que no peleamos por nuestros derechos. Con ciudadanos como los europeos, el populismo está servido.
Twitter: @jsegurasuarez
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