Opinión

Pausa para aplauso

Jose Tomás Cruz Varela /CARTAS AL DIRECTOR

Ver la cara de Rajoy el pasado viernes, 2, sentado en su escaño y escuchando las intervenciones de los distintos oradores desde la tribuna, fue un verdadero poema. Su adusto gesto y mirada extraviada eran la viva representación de la frustración, como estar viviendo y padeciendo algo inaudito tras aguantar descalificaciones, críticas, insultos y acusaciones de lo más variado. Y todo ello, acompañado de aplausos atronadores que imaginamos le estarían destrozando autoestima y tímpanos. Tanto es así que al final del suplicio a que fue sometido renunció a replicar a los distintos portavoces de los grupos, abandonando el hemiciclo y eludiendo contestar a ni una sola de las preguntas que le lanzaban los periodistas. Sin duda, lo soportado por Mariano Rajoy en la segunda y definitiva votación de su investidura, posiblemente suponga uno de los momentos más desagradables de su ya dilatada carrera política, un ensañamiento que cabría cuestionarse hasta que punto era necesario. Una cruda realidad vivida por el Jefe del Ejecutivo, que hace cuatro años accedió a la presidencia del Gobierno con una aplastante mayoría absoluta.

Por su parte, el Secretario General del PSOE, tras terminar su durísima intervención, demostró continuar obsesionado con sus ansias de poder y declarándose contrario a unas terceras elecciones con el consiguiente peligro para para el PSOE, recurriendo una vez más a su mantra preferido, consistente en reunir a las «Fuerzas del cambio», vinculándose Podemos y con la abstención de Ciudadanos, aunque ello le suponga la asunción pactos indeseables.

Aunque parezca mentira, existen muchos españoles que ignoran que vivimos sin Gobierno al no percibir diferencia alguna, y otro amplio colectivo que desde hace años viene preguntándose para que sirve, si bien reconocen que cuando los diputados acuden al Parlamento observan un disciplinado respeto con las llamadas «pausas para aplauso». Todo un ejemplo de coordinación en lo relacionado con la iniciación, intensidad y duración del mismo, demostrando que en esta ruidosa manifestación destacan en primer lugar los socialistas seguidos a cierta distancia por los populares. Posiblemente ello obedezca a que la social-democracia interprete que con sus acompasadas palmas añadan mayor coherencia a las propuestas de su líder, que ya de por sí utiliza un tono de voz bastante elevado. Manifestación de júbilo perfectamente controlada por el portavoz parlamentario del PSOE, Antonio Hernando, igualmente ambicioso como su jefe y versión pobre de Pérez-Rubalcaba.

No olvidemos igualmente que según todos los sondeos de opinión y desde hace años, los españoles consideran a la clase política carpetovetónica como el tercer problema del país en una escala de 1 a 10. Quizá en el momento actual la puntuación sería algo peor a tenor del circo que han montado desde hace ocho meses largos, sin domador y con un pléyade de payasos que solo se manifiestan acústicamente, pero que cobran religiosamente con cargo a nuestros bolsillos. Sobre la categoría del elenco político actual y sin discriminaciones partidistas, la opinión ciudadana coincide en que a nadie convencen. En general y sin calificar a los partidos nacionalistas, la consideración de los cuatro restantes en función de los votos, sería más o menos la siguiente: un partido de pijos, corrupto y amedrentador, un partido de rojillos, cabreado y cargado de problemas, un partido con mucho demagogia, antisistema y trasnochado y, finalmente, un partido bisagra, acomodatici0 y oportunista. Obviamente y como país democrático cada cual puede utilizar los adjetivos a gusto del consumidor…

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Puestos a juzgar, el primer error o uno de los más criticables radique en nuestro actual sistema electoral. Cada cuatro años se suscita y defiende la posibilidad de modificarlo, pero como al partido ganador no le interesa todo queda en buenas intenciones. La ausencia generalizada de un liderazgo real, más destacada en algunos casos es otro de los grandes impedimentos. Parte de la culpa del bloqueo actual, en opinión de los entendidos, es debida a la animadversión personal entre Rajoy y Sánchez. Tras su famoso debate, el haber cruzado insultos tan groseros como llegar a llamar «indecente» al contario es algo que difícilmente se pueda olvidar. En otro sentido, atemorizar y asustar a los ciudadanos no es una buena estrategia, hoy día están considerados como un métodos rancios y escasamente eficaces. Reconozcamos humildemente que Rajoy no ganó las elecciones en el 2011 sino que las perdió el PSOE por la ineptitud manifiesta del nefasto contador de nubes, o sea, Rodríguez Zapatero. Político que últimamente se desplaza a Venezuela con cierta frecuencia sin que los españoles conozcan con que fines, cual es su cometido, el resultado de sus gestiones y con cargo a quien realiza tales viajes.

La repetición de la votación de investidura, realizada por imperativo legal, no aportó absolutamente nada, al margen de los consabidos enfrentamientos a que nos tienen acostumbrados. La única y relativa novedad consistió en las duras críticas de Pedro Sánchez (PSOE) sobre la desastrosa gestión realizada por Rajoy en la pasada legislatura y añadiendo la consabida necesidad de recurrir a las fuerzas que representan el cambio, pero sin aportar soluciones para superar el la compleja situación en que nos encontramos y lógicamente, todo ello dirigido por Secretario General del PSOE, con la colaboración de los llamados partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos. Sin explicar el contenido del citado cambio y tras haber derrotado a Rajoy en el Parlamento. Inicialmente, la propuesta Del líder socialista no pasa de ser una nueva idiotez, considerando que un acuerdo entre Podemos y Ciudadanos es inviable. De donde se deduce que con su propuesta, la pretensión es ganar tiempo en base a las discrepancias existentes en su partido, y de paso, tratar de demostrar que los socialistas no son los culpables de una tercera convocatoria electoral en diciembre. Por el momento seguimos estancados en el mismo dédalo, en el que nadie quiere acudir a nuevos comicios pero que a su vez todos impulsan…

Como final, don Mariano, se impone el aclarar y cuantos antes, como se ha generado el inoportuno nombramiento del ex ministro del PP. José Manuel Soria. y nada menos que para un alto cargo directivo en el Banco Mundial con una retribución anual de 226.500 euros libres de impuestos, lo cual choca frontalmente con el acuerdo de regeneración democrática firmado con Ciudadanos, comprometiéndose a combatir la corrupción. ¿Lo recuerda? Tan desdichada decisión, rechazada por la ciudadanía, partidos de la oposición y varios dirigentes del PP está destrozando toda la labor realizada por cientos de cargos empeñados en presentar otra imagen del partido.

Como era de esperar ya han comenzado a llover durísimas críticas de todos los partidos y con mayor crudeza del PSOE, poniéndole en bandeja a su líder la falta de rigor y seriedad reinante en el PP que ya está utilizado de cara a las elecciones autonómicas gallegas y vascas. La dirección los populares ha informado que no hay razones para preocuparse tranquilizando a sus militantes, votantes y simpatizantes, toda vez que la secretaria general del partido, Dolores Cospedal García, ha quedado responsabilizada de justificar la correcta actuación del Gobierno, lo que supone garantía de éxito por su alta preparación, profesionalidad y especialización en temas de alta complejidad, como lo fue su día el «caso Bárcenas», felizmente resuelto con el famoso y original «finiquito en diferido». En definitiva y ya más en serio, otro feo asunto para los populares y en momentos altamente delicados. Existen fidelidades que matan….¡¡Tiempo al tiempo!!

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