La Generalitat autorizará en otoño la quema ‘restringida’ de la paja del arroz

Gracias a la quema se paliará la falta de oxígeno del agua

La paja volverá a arder en los arrozales del Parque Natural de La Albufera el próximo otoño. La Conselleria de Agricultura y Medio Ambiente no impedirá la quema de rastrojos aunque, como ya sucedió la temporada pasada, se acotará a una superficie agrícola muy reducida a partir del 15 de octubre. En realidad, el Gobierno autonómico no ha vetado expresamente esta práctica ancestral. Pero desde 2014, la cremación ha de justificarse escrupulosamente para no perder las ayudas agroambientales con las que la Unión Europea subvenciona el cultivo de este cereal. Sin estos fondos, el negocio del arroz en La Albufera -un paraje protegido sujeto a estrictas normas ambientales- no resultaría rentable.

Según la normativa comunitaria, la quema de rastrojos sólo es compatible con las subvenciones de Bruselas si concurren circunstancias excepcionales de índole fitosanitario, precisó ayer el director general de Agricultura, Roger Llanes. La quema de la paja es extremadamente efectiva en la lucha contra la Leersia -destruye sus semillas-, una planta invasora que se está extendiendo por el parque, al tiempo que también destaca por su eficacia ante la proliferación de hongos. Y es que el fuego destruye los inóculos que sobreviven en las raíces de la planta tras el proceso de siega.

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La quema evita, además, la anoxia -la falta de oxígeno del agua- que produce la putrefacción de la paja en el otoño, una de las causas más frecuentes de mortandad de peces en el lago. Este problema podría evitarse sin consecuencias si los restos del cultivo se retiraran a tiempo, pero el coste todavía resulta muy elevado. De ahí que, si no arden, los despojos del cultivo se abandonen en el campo a su suerte.

Según La Unió de Llauradors, los arroceros ya están informando a Sanidad Vegetal de los polígonos y parcelas donde se están detectando problemas. Sin embargo, los técnicos no comenzarán a analizar las áreas afectadas hasta finales de mes. Lo cierto es que Agricultura sólo validará la quema de rastrojos como método fitosanitario si se detecta la presencia de plagas, precisa el director general. Aunque voces ecologistas estiman que, al final, la Conselleria termina abriendo la mano. Consideran que la incidencia de los hongos y las malas hierbas es menor de lo que la propia Administración admite. Al igual que la anoxia. El año pasado apenas se quemó en el 20% de la superficie destinada a este cultivo.

Desde el área de Medio Ambiente, el secretario autonómico, Julià Álvaro, apuesta por reducir progresivamente los permisos vinculados a la anoxia. Pero advierte que no será un cambio traumático. Pretende sustituir la cremación por otras prácticas alternativas que no eleven los costes para el agricultor. Mientras tanto, las quemas se acometerán de forma escalonada para mitigar los efectos ambientales y la incidencias en la salud.

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