«Por san Fermín, el calor no tiene el fin». «En un julio normal, verás seco el manantial»
Adela Ferrer / Astróloga
A punto de entrar en los días caniculares, los cuarenta días de un «tiempo de perros» que se extienden del 10 de julio al 20 de agosto, y tras una entrada del verano algo anómala, los mapas celestes del próximo plenilunio no parecen apuntar a la monotonía y estabilidad meteorológica propia del verano.
En el mapa del cielo del instante del plenilunio del día 19 de julio, podemos ver en un círculo morado a la Luna muy alta en el cielo, casi en el meridiano superior, es decir, angular. La angularidad de la luna en una sicigia significa, en la doctrina astrometeorológica, “inestabilidad”, algo muy poco habitual en plena canícula.
En uno de los recuadros azules –el inferior- se ve a Venus, uno de los planetas de la humedad, formando un ángulo de 120º con el frío Saturno (en el recuadro azul superior), lo que interpretamos como una nueva «entrada de aire frío en altura” ¿una DANA? Que produzca “tormentas y precipitaciones”.
Si nos fijamos en Venus, veremos que a su lado se halla Mercurio, el planeta de los vientos, formando también ángulo con Saturno –las piedras y el frío- y que, como ya vimos en el novilunio previo, sus contactos se relacionan con “pequeñas piedras en el aire”, de modo que las anunciadas precipitaciones tormentosas vendrían acompañadas ya de barro, ya de granizo (o ambas cosas, cada una de ellas en los distintos territorios peninsulares donde la orografía sea más propicia para ello).
Creemos que los días 28 y 29 de julio, cuando Mercurio se aproxime a formar un ángulo recto con el violento Marte, serán los días de mayor virulencia de los supuestos fenómenos tormentosos.
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