Enrique Arias Vega / A CONTRACORRIENTE
A partir de ahora, ¿qué nuevo país querrá ser miembro de una Unión Europea mutilada en un 13% de su población y un 18% de su PIB? Una UE, además, corroída por el creciente euroescepticismo en su seno.
De momento, el primero en reaccionar ha sido el presidente turco, Erdogan, quien ya ha anunciado un referéndum, a su vez, para preguntar a sus conciudadanos si mantienen la petición de entrar en el decadente club europeo o lo dejan estar.
Populistas de derecha e izquierda (sobre todo, de derechas) en todo el continente se las prometen muy felices viendo la creciente debilidad de una Europa que la deja a los pies de los caballos, es decir, de la hegemonía norteamericana, los yuans chinos, el aumento de las tesis proteccionistas, la ruptura de mercado y la contracción económica.
Como no se consuela quien no quiere, los más europeístas (es decir, optimistas, como Luis Garicano) aducen que el referéndum británico obligará, ahora, al resto de Europa a dar un salto adelante, y crear una unión fiscal inexistente hasta la fecha, potenciar una mayor unión monetaria y avanzar hacia una unión laboral.
Pero tal como están las cosas, con el antieuropeísmo proliferando como los níscalos después de una tormenta, eso sólo va a ser posible en unos pocos países con solidez económica y claridad de ideas. O sea, que aquello que llegó a hablarse de una “Europa de dos velocidades”, se hará por fin realidad, con la única diferencia de que una pequeña y poderosa Europa quizás avance a toda velocidad, y el resto, simplemente no avance y se desintegre.
En el Reino Unido, iniciado el camino hacia la desconexión europea, éste parece irreversible. Como anécdota a nivel familiar, tengo una hija que lleva 16 años en Gran Bretaña, trabajando como autónoma y pagando sus impuestos. El pasado día 22 debía hacer el examen para adquirir la ciudadanía británica. No pudo llevarlo a cabo por un problema personal en el último momento. Ahora, ignora cuándo será la próxima convocatoria y ni siquiera si la habrá.
También a nivel personal, ya ven, las expectativas de los europeos se desmoronan.
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