Juan E. Daroqui / ECONOMISTA
El lunes pasado fue el día mundial del refugiado, y aparecía en la prensa la noticia de la publicación del informe de ACNUR (Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados) en la que se informa que en 2015 el número de refugiados en el mundo era de 65,3 millones de personas, cifra muy por encima de la población total de España. En los últimos 4 años el aumento ha sido de un 55%. O sea, una barbaridad.
Lógicamente, Siria es el país del que un mayor número de refugiados se han lanzado por el mundo, producto de la interminable guerra que allí se desarrolla y que parece que el resto del mundo no tiene ningún interés real en atajarla. Una buena medida para paliar el flujo de migrantes sería acabar con el régimen del al-Assad, e instaurar una paz medianamente fiable en ese país.
Tras Siria se sitúa Afganistán, después Somalia y Sudán del Sur. Todos los refugiados huyendo de la guerra, de la muerte. Como se ha repetido hasta la saciedad, nadie abandona todo, su casa, su tierra o su trabajo para lanzarse a jugarse la vida cruzando el mar con su familia, con sus niños, en ataúdes flotantes, si no es por un motivo vital. De vida o muerte. No es muy difícil de entender esto ¿no?.
Pues parece que en la UE andamos un poco cortos de entendederas.
Más de la mitad de los desplazados forzosos son niños. Andrés Conde, director general de Save the Children ha dicho que «hay niños y niñas refugiados que salen de sus países solos, hacen todo el camino solos y llegan a nuestro país solos. Sin que nadie cuide de ellos o les proteja, han vivido situaciones terribles que les dejan en una situación muy vulnerable. Es el caso de Ana, quien si no huía de su casa iba a ser vendida y prostituida; o la de Mohamed, que tuvo que huir a las montañas porque el ISIS había llegado a su aldea y había matado a toda su familia». «La crisis de los refugiados en la UE es una crisis de infancia, con rostro de niño”.
Y nosotros aquí seguimos en campaña interminable, dejando a esos niños al albur, no cumpliendo con nuestras obligaciones como país como ha señalado Conde «España no está cumpliendo con sus obligaciones legales respecto a estos grupos; está vulnerando sus derechos tanto por acción como por omisión. Se antepone su condición de inmigrantes a la de ser menores de edad y existen contradicciones entre las leyes y prácticas dirigidas a controlas los flujos migratorios y las que tienen como fin protege a los niños».
Esta organización denuncia que «a los menores extranjeros no acompañados el Estado tiene obligación de protegerles, ser su tutor legal y garantizar su educación y desarrollo. No obstante, muchos viven en la calle y sobreviven como pueden».
Nos estamos luciendo, vamos. Parece que las obligaciones no obligan a todos por igual.
Y ese mismo día 20 nos hemos enterado que el matón contratado por la Unión Europea para evitar la entrada en nuestro territorio, Turquía, ha matado a ocho Sirios que intentaban entrar en su territorio, cuatro de ellos menores.
Y mientras tanto aquí de camino a unas terceras elecciones, como si lo de los refugiados no fuera con nosotros.
@Rutiguer_JED
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