Susana Gisbert
Llegó la primavera y, como siempre, llegaron o se activaron las alergias. Esa cosa extraña y hasta un tanto misteriosa que ataca a mucha gente, y que mucha otra gente cree que padece en cuanto le moquea la nariz o le lloran los ojos.
Cosas tan genéricas como las gramíneas, los ácaros o el polen se vuelven la pesadilla de muchos. Y ojo que debe ser difícil, porque yo no distingo ni un ácaro ni una gramínea aunque me la pongan en las narices y, en cuanto al polen, me recuerda más a Campanilla y a florecitas silvestres que a un malvado agente patógeno. Cuando yo era pequeña, recuerdo que alguna que otra compañera tenía alergia al polvo, en genérico, lo que la verdad me resultaba mucho más esclarecedor. Sin doble sentido, por supuesto.
Pero lo bien cierto es que de un tiempo a esta parte vengo oyendo a más de uno quejarse de la alergia por cosas que se parecen a un constipado de los de toda la vida. Y cuando se le pregunta a qué tienen alergia o qué pruebas se le han hecho, ni lo saben ni se han hecho pruebas. A muchas cosas. Toma ya. Como todos. ¿O no?
Pues sí. Yo ha sido llegar esta primavera y sentir una alergia gravísima hacia las urnas y las papeletas, a tener que oir por enésima vez las mismas historias, a los gritos desaforados en programas de televisión, a las encuestas que cada día y según de quien vengan, dan como ganador a uno u otro. Y conste que no moqueo sino más bien me mosqueo. Y mucho.
Y ya sé que alguien estará pensando que para no querer hablar de política, siempre acabo metiéndome en el charco, y sin las botas de agua puestas. Pero es que es imposible. No hay ni media hora de tranquilidad en televisión, prensa, radio o cualquier vía de búsqueda de internet en que no se saquen, lugares comunes o promesas vacías. O, lo que es peor, trapos sucios a disestro y siniestro, que ni la señora de la lejía del futuro, el insoportable Don Limpio, las Tres Brujas y toda la corte de detergentes varios tiene ni para empezar.
Hartita me tienen. Mientras los verdaderos problemas de los ciudadanos, esos que no sabemos de la prima de riesgo, los índices de la Bolsa o el Producto Interior Bruto ni ganas de saberlo, vemos que digan lo que digan, la situación sirve de excusa para paralizar cualquier cosa. Como no tenemos gobierno, no se puede firmar esto, aprobar lo otro u hacer lo de más allá. Unos por otros y la casa sin barrer.
Pues sí, señores. Alergia a tanta tontería. Y esto no hay más vacuna ni médico que lo arregle que el sentido común. Que aunque sea un lugar común, es el menos común de los sentidos.
Para hecérselo mirar.
@gisb_sus
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