La elección de portavoces

Jose Segura / LO QUE HAY

Supongo que en los partidos políticos, al igual que en todo tipo de organizaciones públicas y privadas, se mide muy bien el perfil de sus portavoces, porque cada vez que aparecen en los medios representan con sus actuaciones, para bien o para mal, a aquellos que les eligieron.

Así nos encontramos con personajes que en su manera de comunicar –al margen de los contenidos-, tanto verbal como gestual o con su aspecto físico, reafirman los que en la calle se espera de esas organizaciones. Aunque también los hay que habitualmente tiran por tierra todo aquello que sus superiores pretenden transmitir.

En el caso del PP, cada aparición de su portavoz Rafael Hernando supone una sobreactuación, en la que la chulería y el cinismo esgrimidos por este personaje destroza la aparente moderación que actualmente pretende imprimir el partido a su imagen. Mal servicio el que presta este hombre y peor aún la selección que en su día tuvo lugar para decidir que fuera él quien se dirigiera a los medios.

En el PSOE, su portavoz Antonio Hernando sí representa en mayor medida las intenciones de su partido. De apariencia más moderna, con lenguaje más pausado y medido, así como con una intención permanente de contemporizar, este Hernando responde de manera fiel a los directivos socialdemócratas actuales, lo que no evita que el personaje muestre ese tono algo impostado y de alarmante frote de manitas que en su día caracterizó a Rubalcaba.

Llegando ahora a Podemos, observamos como la visión colectiva de la portavocía se va diluyendo en pro de hiperactividad actual de su secretario general, Pablo Iglesias, que parece tener el don de la ubicuidad. Omnipresencia, más bien. En cualquier caso, los portavoces de Podemos actúan como una secta, repitiendo hasta la saciedad y de manera harto exhaustiva sus mantras.

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Doy un salto y me acerco a Izquierda Unida-Unidad Popular, cuyo portavoz y líder Alberto Garzón es seguramente el vocero más ajustado y representativo de la deriva elegida en la actualidad por su coalición. Garzón es joven, medido, educado y sin embargo duro y guerrero. Todo un ejemplo para sus colegas, por mucho que la organización que representa se encuentre actualmente en una agónica travesía del desierto.

Y así llegamos al portavoz de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, que junto a su colega del PP, resulta bastante incompatible con la imagen que el partido liderado por Rivera y sus jóvenes urbanitas colegas. Girauta resulta antipático, con sus modos secos y sus constantes desmentidos de sus propias palabras. Igualmente, su estar ante las cámaras no representa en modo alguno esa nueva política que los partidos emergentes se empeñan en hacernos tragar.

Tiene Ciudadanos un problema con este portavoz. O quizá, simplemente tiene Ciudadanos un problema. Ya se les ven sus auténticas intenciones, demostradas cotidianamente con sus posiciones políticas ante determinadas decisiones más propias de una auténtica derecha que de ese centro que pretenden ocupar.

Así que cuidado con Ciudadanos, porque puede haber mucho ídem que permanezca todavía engañado por la apariencia moderna que ese partido pretende transmitir. Y cuidado en general con los portavoces porque, salvo excepciones, sirven a quien les manda.

Twitter: @jsegurasuarez

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