La Europa de los ingenuos

Jose Segura/FILOSOFÍA IMPURA

Sigo esta semana escribiendo sobre Europa. Esa entelequia que nos trata cada  vez más como estúpidos y que se está autodestruyendo rápidamente cual mensaje inicial de “Misión Imposible”.

Y es que en muy pocos días se han juntado varios sucesos que me han resultado como detonantes de mi desesperanza. Cada vez, aun deseando ingenuamente que la Unión Europea pudiera fructificar, me lo creo menos y me siento más manipulado y engañado. Ni hay unión ni hay Europa, en el sentido de que nuestros valores compartidos y nuestros principios iniciáticos van desapareciendo a marchas forzadas.

Nuestra muy admirada Dinamarca, mil veces citada como ejemplo, está desvalijando legalmente a los refugiados candidatos a asilados, robándoles su dinero y todo lo que lleven de algún valor con la excusa de que estos migrantes tienen que pagarse los gastos que generan. También un par de estados alemanes han puesto en práctica semejante crimen oficial. Una terrible visión que se produce en medio del invierno centroeuropeo, en el que padecen abandono, hambre, frio y enfermedades esos humanos que escaparon de la guerra y del genocidio. Esos desgraciados seres para los que aún no se ha ofrecido solución significativa alguna.

Mientras, la creativa, artística e histórica Italia, la heredera del Imperio Romano, la fuente de las artes y las letras, la seguidora de la belleza y la filosofía helénica, recibe a una misión comercial iraní –presidida por su ayatolá Rouhaní- que acude a ese mediterráneo país para proponer negocio. El gobierno italiano, abierto completamente de piernas, no ha tenido empacho en renunciar a la cultura que nos define a los latinos y se ha atrevido a esconder, tras burdos parapetos, toda aquella obra de arte que pudiera ofender la sensibilidad del máximo representante de un país gobernado por religiosos, un país tan antiguo e histórico como la antigua Roma, el viejo enemigo persa, renunciando así a los orígenes de nuestra vieja y culta Europa.

Pero no es todo. En Francia, la ministra de justicia Christiane Taubira ha dimitido harta de tanta medida represiva ejercida por el gobierno de Hollande, que pretende prorrogar otros tres meses el estado de excepción, temiéndose que como a tantos otros gobiernos le cojan gusto a las temporadas del ordeno y mando. Además, la ya exministra y militante de la izquierda socialista francesa Taubira se ha ido echando pestes sobre la falsa socialdemocracia que impera actualmente en Francia. Una socialdemocracia que igualmente anda descomponiéndose en el resto de Europa –España incluida- con la pérdida de sus esencias. Christiane Taubira, a lo largo de su carrera ministerial tuvo que soportar continuos insultos por el simple hecho de ser negra.

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Por si fuera poco, son ya varios los países socios de la Unión Europea que están utilizando las amenazas del terrorismo yihadista o de la afluencia extraordinaria de refugiados de otros continentes, para limitar el espacio Schengen que significa nada más y nada menos que la libre circulación de los ciudadanos europeos por todos los países socios, sin frontera alguna que limite nuestros movimientos. Esta limitación, gran amenaza a los principios básicos de la UE, pueden esconder en realidad motivos políticos –generalmente relacionados con gobiernos de extrema derecha- e, incluso, de proteccionismo comercial, religioso y de pureza de raza. Mala noticia es esta en los tiempos que corren.

Pero también desde España estamos colaborando recientemente a la descomposición de Europa. Por ejemplo con la insultante comisaría de la Comisión Europea confiada al exministro Arias Cañete. Quien tuvo que renunciar –con más o menos habilidad- a sus corsarios e incompatibles negocios petroleros, está ahora señalado como uno de los responsables de los desaguisados acaecidos en la empresa pública Acuamed, en la que como poco intentó amparar el pago de una cantidad improcedente a una constructora habitual ponedora en el PP. Y por si esto no bastara, les enviamos de nuevo a Pedro Agramunt –exdiputado y exsenador del PP-, que ha sido elegido presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, organización con sede en Estrasburgo de la que depende el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Que el hombre del espacio nos coja confesados con el nombramiento del valenciano Agramunt, cuyos méritos omito porque podría caerme una querella. Me contentaré con recordar que en Valencia sabemos quién es. O mejor, quién no es.

En filosofía, muy impura hoy porque le doy la vuelta a un texto ajeno que pretende decir todo lo contrario, la propia situación objetiva de la Unión Europea en la sociedad capitalista resulta hostil a las fuerzas progresistas, se opone al avance de la ciencia de vanguardia y a las verdaderas necesidades del pueblo. Es una clara manifestación de su decadencia, que se impregna de un creciente espíritu pesimista, cada vez más incapaz de satisfacer las demandas científicas, morales y políticas de nuestra época.

Pobre Europa, en la que muchos creímos, en la que nunca anidó la auténtica democracia, en la que los intereses económicos siempre estuvieron por encima de las necesidades de sus ciudadanos. Pobre y triste Europa, que mal te veo.

Twitter @jsegurasuarez

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