PÍLDORAS PARA EL COMIENZO DEL CURSO ESCOLAR (Y V)
El viejo profesor
La mejor corroboración de la índole espectacular del profesor dentro del aula la vienen a dar las mismas nuevas tecnologías, que, a fuerza de no atinar, se van acercando a la idea principal, pero perdidas en secundarias de nulo interés educativo, pretendiendo con sus ordenadores, pizarras digitales o móviles convertir recinto tan especial en una especie de teatro, o minicine, como si el “espectáculo” de la clase pudiera percibirse a través de una pantallita. Estas nuevas formas de mostración digital de cualquier tipo de conocimiento ante el aprendiz son, verdaderamente, de un enorme valor pedagógico, académico, científico, pero, en puridad, son tremendamente perjudiciales en el aula por lo que conllevan de relegación del profesor a mero espectador pasivo. Entiéndase bien: son valiosísimas fuera del aula, en la casa o en la biblioteca, en aulas especiales o en millones de lugares, pero no en el aula concreta del 3ºB. Y con un solo ejemplo bastará: que un artilugio sea capaz de destacar con colores todos los complementos directos de una página, incluso dando calificación instantánea, no deja de ser una virguería, pero lo cierto es que la mitad de la clase lo toma como excusa para jugar a los colorines, la tercera para ver lo que no debe, la cuarta para contactarse fuera del aula y el profesor para gatear un rato persiguiendo ratones.
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