El Arte de Escribir Valencia

LA ELOCUCIÓN

La inspiración, decía Gautier, «consiste en sentarse a la mesa de trabajo y coger la pluma»,

La elocución.

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Tercera y fundamental fase del trabajo literario: la elocución o expresión por escrito de las ideas surgidas con la invención y dispuestas según el planteamiento previo. Si los dos momentos anteriores tocan al fondo del problema, la elocución se refiere a la forma.
Ya tenemos el tema de nuestro trabajo; hemos dispuesto y ordenado los materiales; sabemos, sobre poco más o menos, cuáles han de ser el principio, la médula y el final de nuestra obra: sólo falta realizarla, ponerse a escribir.
Recomendación de urgencia: Llegado este momento, hay que comenzar a trabajar. No esperemos demasiado a la inspiración, porque pudiera suceder que una larga espera debilitase demasiado el nervio creador de las ideas. La inspiración, decía Gautier, «consiste en sentarse a la mesa de trabajo y coger la pluma»,
Ahora, puestos ya, a escribir, procuraremos trasladar al papel todo lo que juzguemos propio y adecuado. Y escribamos sin miedo. Más vale pecar por exceso que por defecto. Ya vendrá después el retocar y el tachar. No nos preocupemos mucho por dar con la palabra exacta por el momento. Dejemos correr la pluma a placer. Lo esencial es no apartarse del camino trazado y andar a buen paso, rectos hacia la meta, sin perdemos por senderos secundarios.
Ante el papel en blanco. -Pretender dar normas de cómo ha de escribirse, una vez situados ante las cuartillas, nos parece arriesgado. Cada escritor tiene su sistema propio, su modo personalísimo de hacer. No obstante, y por si pudieran servir como simples sugerencias, reproducimos aquí algunas de las ideas que exponía Albalat, al estudiar este proceso de la «elocución»:
«Una vez trazado el plan, no se trata sólo de expresar pensamientos, sino de inventarlos a medida que se va forjando este trabajo de elocución».
«Desde que se pone uno a escribir, todas las operaciones que constituyen este arte entran en juego simultáneamente. Se crea, se ordena, se da color…».
«Hay que decidirse a no escribir más que lo que nos parezca nuevo. En esto consiste el relieve y el talento. Desde el principio nos esforzaremos, pues, en escribir sólo pensamientos llamativos».
«Hay que buscar rasgos nuevos. Nuevos y verdaderos. Es precisa la observación inédita, evocar cosas en las que no se suele pensar, hacer llamativas las que ya se han dicho, renovar la descripción antigua por medio de una visión personal e imprevista».

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