¡DELE OTRA GALLETA, SR. JUEZ, LE ABSOLVEMOS!

SOLILOQUIOS DE UN JAMELGO.
El Jamelgo.
A lo mejor nos estamos equivocando de cabo a rabo, y nos estamos pasando tres o cuatro pueblos en lo que a los derechos de los infantes se refiere; y además, nos estamos quedando cortos cortos en cuanto a sus obligaciones.
Sucede que la mamá de un mozalbete de once añitos ha salido absuelta (con juicio y juez, no sabemos si con peluca o no- el juez no la señora ni el niño- porque le había soltado un galletón al nene.
No soy partidario de la violencia, y mucho menos contra los niños…pero repasemos los hechos:
-Madre pide al niño que le ayude a poner la mesa.
-Niño está toqueteando el móvil y pasa de ella al estilo de vaca mirando pasar el tren en un prado.
-Madre pide a niño que deje el móvil y que le ayude, de nuevo.
-Niño que nanai de la chimbamba.
-Madre insiste.
-Niño se mosquea lanzando el aparatejo (según el juez de alta gama de un valor similar a lo que cobra una familia media al mes) al suelo y lo hace bicarbonato.
-Madre suelta un revés a niño en la jeta.
-Niño denuncia y lleva a madre a juicio y queda absuelta.
Me pregunto: ¿Qué diablos hace un mocoso de once primaveras con un aparataco de ese valor en las manos? ¿Quién es el iluminado que admite a trámite una pamplinada de ese tamaño?¿Cuántos de ustedes, que leen esto, le hubieran calentado el moflete al polluelo y cuántos no? Y así muchas más…
Lo cierto es que desde los colegios notamos ya hace muchos años la cantinela de criaturas que apenas saben balbucear de “como me grites te denuncio”, “como me tires al pasillo te denuncio”, “como me toque, mi padre ( o madre) te va a denunciar”…Maestros del planeta, ¿me equivoco? Y los niños que son más listos que los ratones “coloraos” se lo aprenden, e incluso algunos hasta lo aplican en un perverso “efecto boomerang”.
Los casos de violencia o maltrato a los niños deben ser puestos a disposición del juez, castigados severamente y con celeridad máxima. Pero estos esperpentos dignos de don Ramón María del Valle Inclán deberían tener un filtro…digo yo. Otra pregunta: ¿Ahora quién es el que paga los costes de la charlotada y del tiempo perdido por su señoría? ¿Qué hacemos ahora con el pillaste aprendiz de Perry Mason?
Igual estoy exagerando un poco… pero en casos similares a este debería despedirse el juicio con un pescozoncito, que por supuesto no duela, pero que sí suene, al pollito. Dada por la ilustre mano de su señoría, representante suprema de la Justicia. Y que el nene permaneciera castigado por el tribunal a poner la mesa tres veces al día hasta que le salgan canas en las canas.

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