LA IRONÍA

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LA IRONÍA
Se suele definir la ironía como figura retórica de pensamiento por la que se pretende sugerir lo contrario de lo que dicen las palabras. Esto en cuanto a la forma. En cuanto al fondo, se la ha definido como «el valor de los débiles».
Resumiendo, podríamos decir que la ironía es una forma literaria esencialmente defensiva; es la humildad fingida; es el arma del que no puede -o no quiere- atacar de frente a un enemigo más poderoso.
Como en la lucha japonesa, en la ironía se utiliza contra el adversario la propia fuerza de éste, de tal modo que los golpes dirigidos contra nosotros se vuelven contra el atacante.
La fuerza de la ironía reside en el fingimiento o simulación. La verdad que no se puede -o no se quiere- expresar de un modo directo se disfraza de aceptación, pero de tal modo que el «buen entendedor» comprenda la verdadera intención de nuestras palabras. Es el león disfrazado de manso cordero.
No quiere decir lo expuesto que la ironía sea cosa propia de cobardes; es, más bien, prueba de inteligencia y el único modo de atacar y defenderse -según hemos dicho- sin exponemos inútilmente ante los que, de otro modo, podrían hacernos callar por la fuerza.
Aunque el fondo sea serio, la forma de la ironía es la propia del humor. «El estilo irónico -escribe Martín Alonso- consiste en burlarse, fina y disimuladamente, de una cosa que en apariencia se alaba». Y Wenceslao Fernández Flórez dice de esta figura «que tiene un ojo serio y el otro en guiñas, mientras espolea el enjambre de sus avispas de oro».
Ante las injusticias de la vida, la ironía reacciona con cierto sentido comprensivo, con humor. El ironista no se entrega a la desesperación: comprende y sonríe …, pero tampoco se entrega a la adversidad. En este sentido se la ha definido como «el optimismo del pesimismo».
Pedro H. Pineda /El arte de escribir

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