Triunfos de López Simón y El Juli y toro indultado en el cierre del ciclo fallero

El indulto del toro «Pasmoso», de Domingo Hernández, y las salidas a hombros de El Juli y López Simón, marcaron el triunfalista prólogo taurino de la cremà con que hoy finalizan las Fallas de Valencia

«Pasmoso» fue un grandísimo toro con una fijeza, una prontitud y un recorrido extraordinario que provocó una emoción desbordante en los tendidos. Con bravos así, se empleen un puntito más o menos, la pervivencia de la Fiesta está asegurada.

Fue el animal que cerraba festejo y feria, y le correspondió en suerte a López Simón que firmó ante él una faena de largo metraje siempre ligada en la que hubo toreo largo y remates sorprendentes. Lo citó primero en la larguísima distancia con dos cambiados por la espalda de infarto y después más en corto, y en todos los terrenos respondió el animal y la capacidad del torero para aguantar y conducir aquel torrente de embestidas. La conmoción inundó el coso valenciano y la petición de indulto fue un clamor.

No cabe reprocharle nada a la actitud de López Simón ante el primero, que repitió sus embestidas aunque siempre protestando. El madrileño fue todo disposición pero no consiguió realizar una faena  mínimamente templada optando por un toreo accesorio muy de cara a la galería. Además se demoró con el estoque.

López Simón en una parte de su faena

El otro triunfador de la tarde fue El Juli, que obligó mucho al primer toro de la corrida en un inicio de labor rodilla en tierra. Respondió humillando el de Garcigrande. Se atornilló al albero el madrileño para llevar a cabo una fase de faena muy ligada y despaciosa por el pitón derecho. Después de decaer la intensidad probando el toreo al natural, repuntó la autoridad de Julián en los últimos compases y, tras una estocada efectiva, cortó una oreja.

Un auténtico alarde de valor y de autoridad absoluta fue su faena al segundo de su lote. No acababa de tomar vuelo su labor cuando el madrileño decidió recortar distancias al límite. Se dejó llegar los pitones hasta rozarle prácticamente el cuerpo con una seguridad y un mando avasallador en terrenos ojedistas. Tal fue el impacto que causó su poderío que se le pidió insistentemente la segunda oreja a pesar de tener que descabellar.

El Juli

Datos del festejo

Cuatro toros de Domingo Hernández y dos de Garcigrande (primero y quinto), bien presentados y de juego dispar. Corrida con astados de mucha movilidad, a veces compleja e incierta, junto a otros manejables y justos de fuerzas. Con mucha generosidad, la presidencia ordenó una inexplicable vuelta al ruedo al cuarto y el indulto del sexto -«Pasmoso» de nombre, de pelo melocotón y con 532 kilos de peso- que apenas sangró en varas y que mantuvo una vibrante repetición en sus embestidas.

El Juli, de azul añil y oro: estocada trasera desprendida (oreja); estocada desprendida atravesada y descabello (dos orejas tras aviso).

Alejandro Talavante, de verde hoja y oro: pinchazo, estocada honda desprendida y descabello (ovación); tres pinchazos, pinchazo hondo y descabello (silencio tras aviso).

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López Simón, de fresa y oro: dos pinchazos, media estocada desprendida y tres descabellos (silencio tras aviso); indulto al toro (dos orejas).

El Juli y López Simón salieron a hombros con el mayoral de la ganadería.

Entre las cuadrillas, saludó en banderillas Vicente Osuna.

Undécimo y último festejo de abono de la feria de Fallas, con más de tres cuartos del aforo cubierto.

En una feria de escasos y discretos triunfos, un presidente con escaso criterio decidió tirar la casa por la ventana y asomar muchos pañuelos, y de muchos colores, por la balaustrada del palco, en un derroche sólo comparable al que horas después iba a llegar con la «cremá» de las Fallas.

El mismo «usía» que hace unos días le regaló una inmerecida salida a hombros a Miguel Ángel Perera bajó hoy tanto el listón, con orejas generosas y una inexplicable vuelta al ruedo en el arrastre a un toro gazapón e incierto, que la corrida acabó derivando de manera irremediable hacia un desmedido y frenético triunfalismo con el indulto, harto generoso, del último toro de la feria.

Talavante se fue de vacío

 

Talavante acabó echando también mano del efectismo con el segundo, que pedía más pulso en el desigual muleteo que le aplicó el extremeño antes de fallar con la espada.

En cambio, la que le hizo al quinto fue, probablemente, la faena de mayor mérito de la corrida, porque, en un esfuerzo sordo, Talavante «tragó» lo suyo con un astado descompuesto e incierto que amenazó varias veces con echárselo a los lomos.

Pero ni antes ni después de cada aviso cejó Talavante en su empeño de pasárselo calmosamente por los muslos una y otra vez a pesar de su creciente aspereza, antes de que nuevos fallos con el acero dejaran su esfuerzo en nada dentro del triunfalista balance final de la corrida.

Talavante

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